domingo, 27 de octubre de 2024

Matices

 -Mira, dos mujeres policía.

-¿Te hubiera gustado ser policía?

-Nooo.

-Maestra, cocinera...

-Bueno...

-Mamá, piensa, si ahora fueras joven, ¿qué te gustaría ser?

-¡Libre!

Conversaciones con mi madre.


A veces me pregunto qué marca la diferencia entre unas y otras personas, qué determina la tú que eres de entre todas las "tú" posibles.

En nuestro pequeño universo de la infancia, finito y cotidiano, compartíamos de manera inexcusable costumbres, rituales de domingo, anuncios de televisión, tiendas de barrio, juegos sin actualizaciones... La diferencia la ponían los matices, y mi madre, niña pobre, era rica en ellos. Los matices te salvan o condenan, te marcan, te definen. Por eso, a partir de un catálogo extenso de matices, el cuento de Caperucita Roja, y todos los cuentos, se hacían progresivamente más complejos, porque Caperucita podía ser de un rojo bermellón, carmesí, teja o caldero y subiendo en la escala cromática, color vino tinto, burdeos y "un rojo rojo clavel".

El patio de mi madre era un jardín babilónico de clase obrera. En verano tenía todas las tonalidades, "abanico de colores", pero el fondo era una constante verde, verde olivo, serpentina, oba, militar, botella, "ojos verdes como el trigo verde y el verde, verde, limón".

En estos días en los que el otoño y yo vamos a la par, recuerdo al gato, "que estaba triste y azul", que yo imaginaba solo, por alguna razón gordito y muy azul, azul añil, si tenía anginas, añil de sábanas templadas; azul heliotropo, pavo real, eléctrico o ultramar, el más brillante e intenso, si me habían regalado una nueva caja de lápices de colores.

"Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco". Mi madre hacía y deshacía, cosía y descosía. Mientras escuchaba canciones como esta, atesoraba matices para después entregarlos, porque atesorar y dar, negro y blanco, no son contrarios, sino complementarios, motores de cambio y de vida.

Cambio. Vida. Mamá.



lunes, 1 de junio de 2015

Subterfugio XIV: 5º Cumpleaños

"Mirar el río hecho de agua y tiempo
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua."

Jorge Luis Borges


               
    "Guitarra". Madredeus (1995).


Algunas fechas saltan del calendario como un resorte, se liberan de la monotonía, del anonimato de los días comunes, aquellos que no están impresos con recuerdos ni emociones. Un día marcado en el calendario me invita, me insta a asomarme aquí y observar este espacio que se ha vuelto silencioso y estático: Nivel de oxígeno aceptable, temperatura adecuada, pero ni una ligera brisa que estremezca la piel o traiga un incitante aroma desconocido.

Vueltas y más vueltas. Cinco ciclos completos me traen de nuevo a este lugar, en el que ni me quedo ni me voy del todo.¿Cuántas veces recorremos los mismos caminos, rostros, sueños y derrotas? Supongo que solo una vez, solo una aventurada, gloriosa, inmaculada vez que, repetidamente, terminará por parecerse a sí misma.




miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cierres IV.

Sí, tener noticias tuyas es como abrir una ventana, pero entonces me 

vienen unas ganas casi incontenibles de abrir más ventanas y, lo que es 

más grave (qué locura), de abrir una puerta.”


Mario Benedetti.


El ascensor estaba ocupado. No le quedó otro remedio que sentarse un momento en las escaleras que había junto a los buzones para recuperar el aliento. La carta saltaba inquieta en sus manos. En el anverso aparecía su nombre, con un "Sra." delante que le hizo gracia, en el reverso, el de él. ¡No podía ser!, pero allí estaban su nombre y su letra, sobria, equilibrada, la misma que no leía desde hacía más de treinta años.

Desde que Juan regresó a la ciudad no paró de buscarla por las céntricas calles donde desechaba rostros, uno tras otro, tras una mirada mínima pero eficaz. La buscó en las librerías y cafés remodelados, ubicados en los mismos lugares que frecuentaron entonces. La idea de encontrarla a través de las redes sociales resultó también inútil. La casualidad se lo puso más fácil; la primera tarde de lluvia del recién estrenado otoño le obligó a resguardarse en una cafetería, donde un amigo común, no tuvo problema en contarle más de lo que él estaba dispuesto a preguntar.

La carta le pareció la manera menos invasiva, más respetuosa, de dirigirse a ella: de esta manera podría tomarse su tiempo, decidir si respondía o no, Si no obtenía respuesta siempre le quedaría el consuelo de pensar que la dirección era errónea, que se había extraviado, que algún vecino vengativo la sustrajo del buzón porque, quizás, tenía un perro que ladraba por las noches.

Pese a lo que había pensado los días anteriores, no estaba nerviosa. La imagen que devolvía el espejo le gustaba, se sentía segura, alegre. Sonrío al imaginar la cara de Juan cuando la viera con su cuidado y costoso cabello blanco, la última vez que se vieron lucía una melena caoba que se precipitaba por su espalda hasta la cintura. Nunca había tenido una cita en su casa, tomó esa decisión años atrás, sin embargo, había dado cobijo a multitud de familiares que venían a pasar unos días a la capital, a jóvenes Erasmus -amigos de los amigos de sus sobrinos- e incluso, a alguna inmigrante sin papeles.

El timbre sonó cálido y familiar. Cada paso hacia la puerta empujaba a la habitación de los trastos los fantásticos viajes para "singles", la única copa en el fregadero, las dudas y certezas digeridas en silencio, el previsible e inofensivo frío de las noches de invierno.


lunes, 25 de agosto de 2014

Balcones.

"Si muero,
dejad el balcón abierto.

El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).

El segador siega el trigo
(Desde mi balcón lo siento).

¡Si muero,
dejad el balcón abierto!"

Federico García Lorca.



Balcón abierto y luz encendida en la casa de Federico García Lorca. Huerta de San Vicente.

Foto: Rafa él.

La luz de las últimas tardes nos prepara para la nueva estación, el color alerta nuestra memoria vital para la llegada de otro tiempo; todos los seres de la tierra lo saben. Aún queda verano, pero un verano que dejó atrás el cenit de las infinitas posibilidades, de las expectativas que quedaron demasiado grandes o demasiado pequeñas. 

Vuelvo al tiempo de ser hormiga -en realidad nunca dejo de serlo-, pero una hormiga que canta por necesidad y placer y se asoma a las vidas de los que viven, desde cualquier balcón con las puertas abiertas.



sábado, 5 de julio de 2014

Motivación IV: Anhelos.

"Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho".

Antoine De Saint Exupery




Siempre que abro una caja de Lego siento cierta desazón. Ver tantas piezas pequeñitas y variadas dispersas de forma aleatoria sobre la mesa me hace pensar en el Principio de Incertidumbre, que no acabo de entender, sin embargo, las instrucciones del juguete son infalibles, dejan poco margen de duda, cada pieza tiene una ubicación precisa, milimétricamente diseñada para que todo encaje, para que realice una función que, aunque parezca insignificante, se vuelve indispensable en el todo que en este caso es un furgón de policía, con calabozo y preso.




A pesar de que Pablo juega con cuidado pero sin tregua con su nueva adquisición, no puede evitar un pequeño percance. El furgón de policía cae al suelo y el todo de nuevo se disgrega. No parece grave y se atreve a montarlo sin ayuda del librito de instrucciones, pero mientras avanza, comprueba que falta una pequeña pieza; una pieza blanca, de apenas un centímetro cuadrado de superficie que no impide su reconstrucción, aunque sabemos que ya no es igual, conscientes de su nueva fragilidad.

Desde hace tiempo -igual desde siempre y no lo recuerdo- echo en falta una pieza en esta construcción cotidiana que llamamos vida y de la que desconozco color, dimensión y función. Creo que la frase de Saint Exupery puede interpretarse como un excelente manual de instrucciones y comienzo por la primera página: ¿Cómo se evoca un anhelo?

domingo, 1 de junio de 2014

Aniversario IV : Somos, soy.

"Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros." 

Jorge Luis Borges



Xi Pan. "Im Bloom"



Hoy cumplo cuatro años de blog y durante este tiempo han pasado cosas que son pasado, he visto gente morir, he leído libros y mi sangre fluye mansa o encendida por mis venas, sin embargo, no puedo afirmar que sea los otros, al menos, de forma grata. También soy las voces que no me dicen nada, los nombres que no pronuncio y este escepticismo que me acompaña, punzante y balsámico al mismo tiempo.

Las experiencias, sean cuales sean ¿nos hacen mejores? Quisiera asegurar que soy mejor que hace cuatro años, pero no es cierto, quizás no he sabido descubrir nuevas salidas ocultas en el laberinto, o cambiaron azarosamente las marcas que pinté en las baldosas. ¿Deberé ser más paciente y humilde para que las experiencias vividas florezcan en mis manos y en mi pecho? De momento, mi venturosa confianza quedó algo quebrada, no puedo evitar pensar, mientras hablo con alguien, "esto es necesidad, interés, temor o simple cortesía", legítimos, por otra parte. Como contrapartida, me siguen emocionando la bondad, la belleza en cualquiera de sus formas y la valentía de unos pocos, y es que, como dijo Marguerite Yourcenar: "Nada es más lento que el verdadero nacimiento de un hombre"... de una mujer.



domingo, 27 de abril de 2014

Nueve

"Oíd, oíd, qué hermoso río que suena en ti llamando, humano, humano, humano..."

Miguel Abuelo

Pablo y yo a pocos kilómetros del nacimiento del Guadalquivir, seguidos de cerca por la cámara de Rafa él.

Regresamos al tramo del río que tanto te gusta y enseguida comprendes que no es el mismo. Sin el calor y las risas del verano parece más profundo y distante. Te acercas a él sin la determinación de entonces; descubrir bajo su fría transparencia un lecho de piedra produce un poquito de miedo.

Reflejados en sus aguas, el río puede ver cierto desconcierto en tus ojos, tan transparentes como él, evasivos, como diría la abuela. Desde el último estío has aprendido a dividir y a nadar al estilo mariposa, has hecho algún descarte, si esto es posible en un niño... también has descubierto, entre risas, entre llantos, que "la vida es difícil y dura", por eso tiene aún más valor cuando afirmas que eres feliz, porque lo haces desde la consciencia y el aprendizaje. ¿De verdad piensas eso?... A menudo los hijos se nos parecen.

¡Felicidades, Pablo! ¿Te apetece un regalo sin ruedas ni pilas?


 "Canto, río con tus aguas;

De piedra, los que no gritan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.

Yo nunca seré de piedra;
Gritaré cuando haga falta.
Reiré cuando haga falta,
Cantaré cuando haga falta."

Rafael Alberti.