Es curiosa la forma en que afloran los recuerdos a la superficie de nuestra consciencia. Podríamos decir que son un tanto inoportunos, también caprichosos, ya que se presentan de improviso, como esos encuentros que te sorprenden y alegran el día o como visitas imprevistas que te incomodan. Suelen esconderse cuando los necesitas y por más que los busques no aparecen o aparecen en otro momento y también sucede que cuando los descubres piensas que no son lo que esperabas.
Si en parte somos el resultado de nuestros recuerdos podemos afirmar que también lo somos de nuestros olvidos. No sé si realizamos un mayor esfuerzo a la hora de invocar nuestros recuerdos o a la hora de intentar olvidarlos, pero en ocasiones, ambos esfuerzos son vanos. Puede darse el caso de que al poner tanto empeño por olvidar algo o alguien éste se convierta en el principal ocupante de nuestro pensamiento y lo recuperemos una y otra vez del cajón de la memoria. En otras ocasiones nos ponemos como meta no olvidar; si el hecho es agradable nos acompañará en nuestros momentos de soledad o tristeza, como esa manta suave y cálida que tenemos en el sofá, pero si se trata de un hecho que en su momento nos causó dolor, empeñarse en no olvidar puede dar lugar al rencor o al resentimiento.
Este verano volví a leer la biografía de Antoni Gaudí. Encuentro muchos motivos para admirarlo comenzando por su imaginación casi ilimitada, por la particular visión de la naturaleza como generadora de arte y sobre todo por su valentía. Pocos nos atrevemos a defender nuestras ideas de una manera tan enérgica y comprometida, sobre todo cuando estas ideas son innovadoras y se apartan del canon del convencionalismo que tan fácilmente nos arrastra. Gaudí creía en su obra y la convirtió en una idea tangible a base de trabajo y una inteligencia fuera de lo común; supongo que era consciente de su genialidad pero decidió llevar una vida marcada por la austeridad como única vía para poder realizar su sueño.
Durante la construcción de la magnífica Casa Milà, el arquitecto hizo inscribir en una de las columnas principales las palabras "perdona y olvida". Es conocida la profunda religiosidad de Gaudí por lo que no es extraño que decidiera diseñar la imagen de la Virgen flanqueada por dos arcángeles para la fachada de La Pedrera; el propietario de la casa rechazó la idea parece ser que por temor a que sufriera ataques violentos después de lo ocurrido durante la "Semana Trágica" en Barcelona. Otra versión, un tanto más romántica pero menos fidedigna , sugiere que el arquitecto se enamoró de la hija del propietario de la casa pero éste se opuso a la relación.
Sea cual sea el motivo que llevó a Gaudí a tallar aquellas palabras en la dura y permanente piedra, está claro lo que pretendía: precisamente, no olvidar.
Detalle de la columna principal, Casa Milà
Ana es este un buen tema para debatir largo y tendido, porque habla de nuestra memoria y de perdonar. Yo podría hablarte desde mi experiencia personal, existen muchas cosas en mi memoria que no consigo olvidar, creo que las perdoné o tal vez no, tal vez sólo aprendí a vivir con ellas, pero también el tiempo todo lo cura o los recuerdos, sobre todo los malos con el tiempo se van desgastando porque la emoción que puedan llevar adherida cada vez que se cuenta duele menos, otros se guardan y cuando vuelven a salir duelen como la primera vez.
ResponderEliminarY es que dentro de nosotros hay muchos cajones y dependiendo lo que haya en ellos y como lo utilicemos así seremos.
Yo prefiero perdonar, pero no olvido y no por eso guardo resentimiento, al contrario, intento comprender que pasó, por eso no puedo olvidar, necesito encajar las piezas.
Por último, la historia de Gaudí es interesante, se podrían sacar varias lecturas de esta frase, una de ellas es que no olvidemos de perdonar, y la otra que queda plasmada en una de sus obras es que para construir algo se debe de partir de ahí, de olvidar y de perdonar.
Pero quien olvida está condenado a repetir los errores...
En fin que seguiré pensando en ello, mientras tanto te mando un abrazo muy fuerte, y te doy las gracias por los ánimos que me has dado y por tu cariño, guapa.
Curiosa entrada sobre el olvido...yo, tenía una preparada sobre la memoria (que viene a ser lo mismo) y creo que se me escapaba algo que tu has empleado muy oportunamente: el olvido...cierto es que también somos "presos" de esas vivencias que queremos olvidar, y por ello, también es parte de nuestra naturaleza: nuestra personalidad también se edifica en torno a ello.
ResponderEliminarNo conocía este hecho sobre Gaudí pese a que he visitado los lugares más emblemáticos de su obra. Ciertamente Gaudí, era un genio y pese a su trágica y casi anónima forma de morir, lo situaba muy por encima de la gente de su época. Aunque claro está, esto no quiere decir que por ser un genio, debiese morir como lo hizo, aunque habría que hacer un estudio profundo sobre la relación de los genios y sus días finales...nos sorprenderíamos de la similitud; aunque también cabe preguntarse si en realidad, no formamos todos parte del mismo caos; como cuando hablamos de la memoria, al acordarnos de lo "positivo" y omitir lo "negativo", cuando hay una muerte trágica y además es de alguien joven, ésta alcanza mayor relevancia si esta muerte es de alguien importante...mas nos sucede a todos por igual: en lo único que nos diferenciamos de los genios, es en la no genialidad de la gran mayoría; por lo demás, hacemos y vivimos por el mismo tiempo aproximadamente...
Buena entrada, aunque sea casi siempre, echando la mirada hacia atrás...
Encarni,
ResponderEliminarEl tiempo juega un papel fundamental en lo referente al perdón y al olvido, también las experiencias posteriores... Comencé esta entrada el pasado verano y le he estado dando vueltas al tema buscando algún acontecimiento en mi vida que no haya perdonado, la verdad es que no lo encontré; esto me hace pensar que o bien tengo mucha suerte y no me ha ocurrido nada tan terrible como para no ser perdonado o que tengo muy mala memoria.
Por otro lado es común oír aquello de "perdono pero no olvido", tú misma lo dices. La verdad es que para perdonar se realiza un acto consciente, requiere un reflexión y adoptar una postura activa a favor o en contra, aunque también dependerá de nuestras experiencias posteriores, como he comentado antes. Olvidar es algo que no controlamos completamente de una manera consciente; así que supongo que nos es posible superar algún daño pasado sin que nos produzca sentimientos negativos (al fin y al cabo nos seguiríamos perjudicando nosotros mismos)y al mismo tiempo conservar lo sucedido en nuestra memoria, ésto sería la señal de que hemos aprendido.
Muchas gracias a ti por pasar por aquí y compartir estos raticos. Un beso.
Utopazzo,
ResponderEliminarEspero ansiosa esa entrada sobre la memoria que preparas y que nos aportará esa visión tuya tan particular.
Es inquietante eso que dices de "ser presos" de ciertas vivencias que queremos olvidar, yo prefiero decir que somos, en parte, el producto de esas vivencias y que si nos esforzamos un poco darán su fruto, aunque imagino que no será posible en todos los casos, se me ocurren multitud de hechos cuyo perdón parece improbable y mucho menos el olvido.
En cuanto a la columna de Gaudí te diré que hace ya unos años visité la sorprendente casa Milà y del bosque de columnas que la sujetan sólo recuerdo la que llevaba esta inscripción.
Un abrazo.
Ciertamente Ana, es muy curioso cómo accedemos a esos recuerdos impresos en nuestra memoria. A veces es un acto voluntario de búsqueda, una orden para encontrar algo y traerlo a nuestro presente.En muchas ocasiones lo conseguimos, pero en otras por más que lo intentemos, no lo logramos. Pero hay casos en que involuntariamente los recuerdos nos "asaltan", ya sea porque nos lo pide un estado de ánimo determinado o porque un hecho exterior nos obliga a recordar. En estos casos, si el recuerdo es traumático, entonces puede causarnos mucho daño más aún si provienen del incontrolable subconsciente.
ResponderEliminarPero como bien dices, también olvidamos. Unas veces no nos damos ni cuenta y ya hemos olvidado. Sería una especie de olvido involuntario. Pero en otras puede que sea necesario ayudar conscientemente a que ese olvido se produzca, sobre todo cuando se trata de hechos que de enquistarse en nuestra memoria, porían causar verdaderos estragos. Se impone pues, un acto voluntario de olvidar, de no darle más y más vueltas a lo que sabemos no nos va a beneficiar, sino todo lo contrario. Nuestros pensamientos, ayudan a consolidar un hecho en la memoria. Si son positivos, perfecto. Pero si son negativos, autocomplacientes o victimistas, entonces tenemos un problema. Hay multitud de casos en los que lo mejor es olvidar lo más rápidamente posible. No hacerlo, puede crear en nosotros rencor o resentimiento. Y todos sabemos que éstos no son nunca positivos y que a la larga se vuelven contra nosotros.
Respecto a Gaudí, indudablemente estamos ante un verdadero genio. La Casa Milá es Arte con mayúsculas, intemporal porque será siempre apreciado como tal por todas las generaciones. La ví, creo que tenía unos veinte años y nunca la olvidé. Como tantas y tantas cosas que al admirarlas logran que eso que llaman tiempo, quede congelado.
Perdonar es algo reservado para superheroes..
ResponderEliminarMuy buena reflexión sobre el perdón y el olvido... La naturaleza , en su infinita sabiduría, ha dispuesto una serie de mecanismos en el cerebro humano que nos "salvan" del exceso de sufrimiento; uno de esos mecanismos de defensa es el olvido: gracias a él, afortunadamente, podemos exiliar en un recóndito cajón de la memoria aquellos hechos especialmente significativos junto con su carga emocional, por lo general negativa. Yo pienso que para que sea posible ese olvido -entendido no tanto como olvido del hecho o acontecimiento en sí, sino más bien de toda la parafernalia emotiva, que es la verdadera responsable del sufrimiento- es necesaria la presencia de otro mecanismo: el perdón -entendido como la comprensión del hecho que nos resulta doloroso junto con la enseñanza que extraemos del mismo-. Por tanto, el perdón engrandece al ser humano y permite al que perdona continuar creciendo y viviendo en paz consigo mismo, en lugar de quedarse anclado en el dolor y en el sufrimiento, que lo único que genera es más dolor y más sufrimiento inútil y estéril...
ResponderEliminarNo sabemos a ciencia cierta qué llevó a Gaudí a inscribir tal sentencia; en cualquier caso ahí quedan esas dos palabras, que en su sencillez esconden una buena enseñanza que nos acerca más a nosotros mismos y a los demás...
Un abrazo...
Gilgamesh,
ResponderEliminarveo que apenas difieres en tu comentario de lo expuesto en mi entrada, así que poco que añadir; ojalá seamos capaces de olvidar sólo aquello que merece ser olvidado.
En cuanto a la Casa Milá...me parece que ha pasado una eternidad desde que la conociste. Cuando eres muy joven y ves algo tan especial y novedoso extraes, por así decirlo, su esencia, de una forma rápida, instintiva... intuyes que es extraordinario aunque no seas capaz de argumentarlo porque no tienes las nociones necesarias. Con los años, lo vuelves a descubrir con ese entendimiento más profundo que te aportan los conocimientos adquiridos. Supongo que lo ideal sería combinar ambos modos de ver; la fascinación intuitiva de la juventud y la comprensión del significado que aumenta con el paso de los años.
Gracias.
Jordim,
ResponderEliminarsi es como dices, me parece que conozco algún superhéroe.
Gracias por tu aportación.
Ángeles,
En tu comentario incides en algunos aspectos que quedan un poco abiertos en mi entrada, me refiero al perdón. Si te soy sincera, utilizo poco este término y busco siempre que puedo eufemismos -subterfugios, más en mi linea- para referirme a él. En mi colegio de monjas siempre se hablaba del pecado y el perdón...como casi todo era pecado siempre andábamos perdonando, sin reflexión ni aprendizaje, de una forma mecánica e indolente, como cuando rezábamos las oraciones. No sé si perdonar consiste en dejar pasar el tiempo, hasta que llega un punto en el que cambia la perspectiva de lo sucedido y lo empiezas a analizar de una manera más objetiva, sin esa maraña de sentimientos que te confunden, y compruebas que ya no duele. Ésto es más o menos lo que a mí me ocurre.
Coincido en eso que dices de "la naturaleza en su infinita sabiduría", lo malo es que de forma insistente nos empeñamos en ir contra la naturaleza. Ya aprenderemos.
Un abrazo.
Ángeles,
ResponderEliminarse me olvidaba...como compartimos debilidad, en mi caso al menos mas que afición es debilidad, por Sabina, te enlazo con "Donde habita el olvido", cuyo título se inspira en un poema de Cernuda, que a su vez se inspiró en Bécquer, que se inspiraría a su vez en multitud de hechos.
http://www.youtube.com/watch?v=zAPtal3hBNM
Bueno, Ana, mucho me temo que el perdón invariablemente unido al pecado desde la empañada óptica de la religión, o de las religiones , es otro tema...
ResponderEliminarEl perdón al que me refiero es, como todo en mí, más espiritual que religioso...
La religión considera el perdón como algo que "limpia" o que "libera" un acto ignominioso que pertenece al territorio de la moralidad; es decir, el perdón está reservado a actos pecaminosos, por tanto la intención o el objetivo es descargar la conciencia del que peca y no extraer una conclusión que le permita crecer como persona siendo progresivamente mejor; de esta forma uno puede pecar eternamente ya que eternamente obtendrá el perdón y no aprenderá nada acerca de sí mismo y mucho menos acerca de los demás.
El perdón al que yo me refiero, sin embargo, está desprovisto de esa falsa moralidad y por tanto va más allá de liberar a la persona que causa el daño, que en la mayoría de las veces nisiquiera es consciente o sabedor de que ha sido perdonado -ni falta que le hace, pués sin duda estará convencido de que, incluso, es buena persona-. Este perdón ejercido por la persona que comprende el porqué de ese daño recibido, lo libera a él mismo del sufrimiento y de otros sentimientos y emociones autodestructivos y saca a flote cualidades y fortalezas de uno mismo que hasta el momento eran totalmente desconocidas para esa persona, iniciándose así ese proceso de crecimiento personal al que me refería... claro está que a la religión no le interesa este crecimiento espiritual que va mucho más allá del concepto de dios del que han hecho su negocio; como aquellos famosos mercaderes que han pasado a la historia por ser expulsados del templo por un tal Jesús de Nazaret, demaseado revolucionario y lúcido para la época y, por tanto, peligroso para los intereses políticos-religiosos-económicos del momento.
Ay, Sabina!! sí, también es mi debilidad, junto a unos pocos más por el estilo. Gracias. Te enlazo a cambio otro de los grandes que habla, en esta ocasión, de los recuerdos (también acorde con el tema de tu fabulosa entrada).
Un abrazo...
Te lo enlazo aquí, pues esto empezaba a hacer cosas raras y temía perder el comentario, así que decidí publicar el comentario y posteriormente el enlace,por si acaso...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=bCuYboW5WuU
Ángeles,
ResponderEliminarGracias de nuevo, primero por el enlace; Serrat llega tanto a la gente porque cuenta las cosas de una manera sencilla, al alcance de todos, con una habilidad prodigiosa, al alcance de muy pocos.
En cuanto a tu comentario, estoy contigo, podemos pensar en el perdón como señal de nuestro aprendizaje y también como una expresión de amor a los demás y desde luego, a nosotros mismos.
Conozco gente que dice: "perdono, pero no olvido"...no puede haber más cinismo entorno a esta frase, que incluso creen a "pie juntillas"...en fin, prefiero alguien que diga que perdona, y ya está (ha superado un reto) o gente que incluso en su afán de venganza, diga que no perdona; esta gente, al menos puede mantener su lucha hasta (quizá) conseguir perdonar...y si no se perdona, tampoco pasa nada. Por ejemplo, no se puede perdonar la dictadura franquista y sus consecuencias, mientras no se haga justicia (sólo por poner un ejemplo) y se reconozcan injusticias, masacres y más injusticias; sólo así se podrá perdonar.
ResponderEliminarUtopazzo,
ResponderEliminarDesde luego, con algunos temas, el perdón sólo llegará una vez que se haya hecho justicia...mientras ese momento llega (en el caso referido probablemente no llegue nunca), la única justicia posible es tratar de que no caiga en el olvido. Precisamente, hoy es un día para ensalzar esa reivindicación ¡POR LA MEMORIA!
Un beso