viernes, 30 de diciembre de 2011

Porque sueño...

Hace unos días no pude eludir el compromiso de asistir a un funeral y tampoco pude evitar sentirme como siempre en esta situación, fuera de lugar y de tiempo. Durante el preceptivo soniquete de la liturgia me dedico a contemplar el interior de las iglesias o los curiosos efectos de la luz; observo a la gente preguntándome cómo puede pervivir el mismo ritual a lo largo de los siglos hasta que alguna de las palabras del párroco me saca de mi distracción voluntaria y consciente. No es la primera vez que escucho aquello de "el difunto por fin a pasado a vivir la Vida con mayúscula", pero cada vez que lo oigo me dan ganas de levantar la mano y preguntar, qué vida, por qué vivimos una vida con minúscula, para qué quiere dios hacernos vivir una vida con minúscula....

La Vida siempre debería escribirse con mayúscula, vivirse con mayúscula y si ésto no es posible, al menos, soñarla con mayúscula.



"Léolo" (1992). Jean-Claude Lauzon



viernes, 16 de diciembre de 2011

Cierres

Echó el cierre con la rutinaria puntualidad de cada noche, sin dedicar una mirada definitiva al interior de la tienda, a cada una de sus estanterías y armarios, a los muestrarios de hilos y botones, tal y como había supuesto. Caminaba por la calle contrariada por haber elegido aquellos zapatos de tacón que ahora le parecían absurdos sobre las resbaladizas piedras de la calle, sobre todo, porque a él le resultarían extraños. Cruzó la Plaza Central en dirección al restaurante donde cenarían juntos por última vez, y le pareció aún más deplorable con aquella decoración  navideña pasada de moda; casi se estremeció al pensar que mañana, la luz de la ciudad desmesuradamente iluminada, se colaría por la ventana de su pequeño apartamento nuevo, sin olor ni recuerdos.

La semana anterior se fue despidiendo de sus pocos seres queridos tratando de contener emociones, para no levantar sospechas. Visitó a su tía en la residencia como cada miércoles y una vez más, se saltó las normas y la diabetes que había dejado prácticamente ciega a la anciana, obsequiándola con una figurita de mazapán que fue recibida con un alborozo desproporcionado. Su tía, siempre excesiva, incluso cuando la rescató de aquel pueblo donde sólo había pasado, donde siempre sería la niña de aquella pobre mujer, convirtiéndola en heredera sin opción de su casa y de su mercería, incluso de su nombre. También se despidió de Lola, la única amiga con la que podía disfrutar de una buena conversación dentro de un decorado familiar compuesto por colores cálidos, marido y niños, tantas veces anhelado, aunque después de transcurridas unas horas, abandonaba gustosa para entregarse al silencio que invariablemente la esperaba en la casa. En esta ocasión, antes de marcharse, dejó sobre la generosa mesa de su amiga un libro de poemas con una dedicatoria necesaria, que pasado un tiempo entendería.

Él estaba esperándola cuando dobló la esquina y al verlo notó un ligero temblor en las piernas; el esperado interrogante en su mirada -los dichosos zapatos-, la despedida más difícil. No, no podría decírselo, se lo explicaría después, cuando todo estuviera tan bien cerrado que resultara imposible volver a abrirlo. Cenaban dedicándose frecuentes sonrisas y escasas palabras, unidos desde el comienzo por su soledad y la ausencia de sueños: él, porque los había ido frustrando en base a obligaciones y pretextos, ella, porque nunca los había tenido. Largo tiempo había pensado en todas las posibilidades pero no encontró ninguna puerta por la que pudieran pasar los dos, ni siquiera le dejaría un regalo para atenuar su tristeza  ya que terminaría convertido en una reliquia más junto a su colección de fósiles y vinilos. Aquella noche se esforzaría en que se sintiera especial; sabría encontar las palabras, las caricias adecuadas.

El despunte del alba la animó a acelerar la marcha, a desprenderse de cualquier duda o remordimiento; esta vez la prisa se puso de su parte y le dejó el tiempo imprescindible para recoger las maletas y cerrar la puerta de una casa que siempre la acogió como a una inquilina. En el breve trayecto en taxi hacia la estación, cerró la mano en torno a la llave y cuanto más fuerte la apretaba, más puertas se abrían en su camino.




"La nueva inquilina". 1982 Cristóbal Toral


sábado, 3 de diciembre de 2011

Memoria perdida.

"Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir".

José Saramago



Difíciles tiempos para casi todo, en los que comenzamos a asumir con una docilidad inexcusable planteamientos que hasta hace poco nos parecían impensables: Democracia en época de rebajas, recortes y saldos. Probablemente veremos muchos de nuestros derechos convertirse en borrosos recuerdos y algunas leyes, como la Ley de la Memoria Histórica, yacer olvidada a la orilla de alguna cuneta. 

Mi padre tiene Alzheimer y una considerable Memoria Histórica, tantas veces contada de forma concienzuda y cansina, que no sabría decir si forma parte de mi memoria o de mi ADN, ya que en casa era tan habitual escuchar cuentos tradicionales como historias de la guerra, al calor del hogar, con leche templada y las ventanas bien cerradas. Ahora comprendo que lo que pretendía era rescatar aquellas historias del pozo profundo y ciego del olvido y al mismo tiempo, tratar de rozar apenas con el dedo índice ese don negado a los humanos, el de la inmortalidad.

En un acto de responsabilidad contraída nos contaba sus años de estudiante aplicado en la Escuela de Artes y Oficios y de militancia precoz en las Juventudes Socialistas Unificadas, el estallido de la guerra, el atroz bombardeo en su ciudad; días de ir y venir desde las trincheras en las que era tan útil la comida que llevaba como los mensajes que las familias enviaban  a los milicianos. Después, los años en la cárcel;  hambre, frío y la sombra de la muerte siguiendo cada uno de sus pasos, de sus pensamientos, a la edad en la que nuestros jóvenes van al instituto con grandes mochilas, pantalones caídos y móviles de 200 euros en el bolsillo.

Tuvo su pequeña compensación a la perseverancia inalterable de creyente sin fe, su necesario homenaje -pasados los 80 años- por mantener viva la memoria que se hace Historia y ésta, nos pertenece a todos.

Poco después llegó otra forma de olvido, implacable, a pequeños, a grandes pasos, también cruel y despiadada. A pesar de ello, aún hoy da muestras de resistencia a la Memoria esquiva, y con sonrisa del adolescente que casi no fue, nos repite la broma que sus compañeros le dedicaban cuando, con el signo de la victoria en los dedos de la mano y haciendo un fácil juego de palabras con su nombre, le gritaban:

- Wence: ¡Venceremos!




Wenceslao, fotografiado por Utopazzo.



domingo, 13 de noviembre de 2011

De árboles y poesía.

 “Hubo árboles antes que hubiera libros, y acaso cuando acaben los libros continúen los árboles. Y tal vez llegue la humanidad a un grado de cultura tal que no necesite ya de libros, pero siempre necesitará de árboles, y entonces abonará los árboles con libros”. 
Miguel de Unamuno



Ando escasa de tiempo, aunque si soy totalmente sincera debería decir que de lo que ando escasísima es de ideas que merezcan la pena ser contadas. A pesar de ello,  mi resistencia a que este espacio se extinga me obliga a soplar levemente para avivar la lánguida llamita que lo mantiene vivo, ayudándome de la hojarasca que sabiamente ofrece el otoño.

Escuchaba hace unos días, en la radio, una serie de poemas inspirados, dedicados, escritos por y para la naturaleza, recogidos en el libro "La poesía de los árboles" de Ignacio Abella. 

Siento que esta entrada casi no es mía; tomo prestada una reflexión, una fotografía, un poema... casi no es mía, pero sí es vuestra.





Yo le tengo horror a la muerte.
Mas a veces cuando pienso
que bajo de la tierra he de volverme
abono de raíces,
savia que subirá por tallos frescos,
árbol alto que acaso centuplique
mi mermada estatura,
me digo: -Cuerpo mío,
tú eres inmortal.
Y con fruición me toco
los muslos y los senos,
el cabello y la espalda,
pensando: ¿palpo acaso
el ramaje de un cedro,
las pajuelas de un nido,
la tierra de algún surco
tibio como de carne femenina?
Y extasiada murmuro:
-Cuerpo mío: 
 ¡estás hecho
de sustancia inmortal!

Juana de Ibarbourou



Imagen : Utopazzo



sábado, 22 de octubre de 2011

¿Educación versus divergencia?

Mire hacia donde mire no veo más que una sociedad haciendo aguas en todos los aspectos que la conforman. Podemos pasar muchos años más invirtiendo tiempo y esfuerzo, tratando de achicar agua para mantenernos a flote o implicarnos en una transformación profunda, en una revolución, que no es otra cosa que una evolución necesaria.

El inicio de curso no sólo ha sido complicado para mí. Mi hijo de seis años dejó atrás la etapa de educación infantil para introducirse en primaria, la etapa de los "niños mayores", lo que acepta con entusiasmo en su aspecto teórico, no en las consecuencias prácticas. El aprendizaje a través de la experiencia y el juego, la recompensa a cualquier esfuerzo independientemente del resultado ya es pasado; ahora se le exigen resultados, respuestas acotadas y únicas ante cualquier cuestión, por lo general fuera de su campo de intereses. Ya en las primeras semanas de clase su maestra me citó en tutoría y me vino a decir lo que ya sabíamos, que mi hijo está más o menos en la Luna, pero que se porta bien... no todo es negativo.

Durante varias semanas dormimos mal, estamos preocupados y con la autoestima por los suelos: "¿Mamá, por qué no sé hacer los trabajos, crees que soy tonto?," y pienso que la única tonta soy yo, que conociendo el Sistema Educativo como lo conozco, desde dentro, debería de haber corregido su tendencia hacia la divergencia y converger en la instrucción que le asegurará un mayor éxito académico. Pero es difícil ir en dirección opuesta a la que una cree así que intentaré que su escritura se ciña a las pautas que se le exigen, que el libro de texto globalizado de respuesta cerrada le parezca interesante y al mismo tiempo seguir proporcionándole un ambiente aún más rico y diverso.

Las sensaciones y preocupaciones que vive ahora Pablo me han llevado de la mano a mi etapa escolar, a los primeros cursos de educación primaria en mi colegio de monjas. Recuerdo que no entendía absolutamente nada, tenía una letra horrible, me quedaba frecuentemente castigada porque no terminaba mis tareas, pese a tener un comportamiento ejemplar, y me sentía torpe y extraña, aunque en algún momento me agarré al tren del Sistema Educativo. Y en él sigo, pese a mi divergencia.








martes, 11 de octubre de 2011

El sueño





Vuelvo atrás sobre mis pasos,  más veloces que mi pensamiento, al observar algo diferente en la pared de ladrillo de todos los días, la que parece herida, atravesada por una grieta y sellada con testigos metálicos.

Descubro una pequeña rama de hiedra que no duda en erguirse ante mi presencia mostrando una sonrisa vegetal y burlona, consciente de que sorprende en su osadía. Imagino el pequeño brote unas semanas antes buscando el resquicio por el que se cuela esa luz de la que es inútil escapar; todo impulso vital tiene por objeto encontrarse con ella, a pesar de la incertidumbre que conlleva traspasar la pared que hasta ahora le ha proporcionado cobijo ante las inclemencias del tiempo, o prescindir de los cuidados periódicos del jardinero que se ocupa de las plantas del residencial, renunciar a la humedad asegurada aunque impregnada de efluvios de cloro de piscina... 

Por un momento pienso que todo es posible y me contagio de un buen humor huidizo y caduco, como la tarde de domingo que paso en el parque en este otoño raro, dudando si tal vez, sólo ha sido un sueño.



"O sonho". Madredeus. 1997


Quem contar / Quiero contar
um sonho que sonhou / Un sueño que tuve
não conta tudo o que encontrou / No contaré todo lo que descubrí
Contar um sonho é proibido / Contar un sueño está prohibido
Eu sonhei / Yo soñé
um sonho com amor / Un sueño de amor
e uma janela e uma flor / Con una ventana y una flor
uma fonte de água e o meu amigo / Una fuente de agua y con mi amigo
E não havia mais nada... / Y no había nada más...
só nós, a luz, e mais nada... / Sólo nosotros, la luz y nada más
Ali morou o amor / Allí quedó el amor
Amor, / Amor,
Amor que trago em segredo / Un amor que guardo en secreto
num sonho que não vou contar / en un sueño que no quiero contar
e cada dia é mais sentido / Y cada día se me hace más hondo
Amor, / Amor,
eu tenho amor bem escondido / Tengo un amor bien escondido
num sonho que não sei contar / Dentro de un sueño que no sé cómo contar
e guardarei sempre comigo / y que guardaré siempre conmigo.


jueves, 15 de septiembre de 2011

Torpe.





En estos días se me acumula el trabajo. El inicio de curso siempre es inquietante, además, la experiencia parece ser un factor irrelevante ya que cada vez resulta más complicado. La actividad durante las primeras semanas en las escuelas es intensa, casi frenética, aunque es lógico que así sea, con una jornada docente de 20 horas semanales, según divulga alguna presidenta de alguna comunidad autónoma -descubro que he estado haciendo horas extra-, el trabajo no sale y claro, te lo tienes que llevar a casa, aunque éste no cuenta.

Nunca utilizo agenda, ni hago lista de compras, pero las últimas semanas echo mano a alguna cuartilla reutilizable y comienzo a escribir una lista que enseguida se torna inviable, y eso que sólo anoto citas, compras y otros asuntos no habituales, porque la rutina diaria ya me la conozco. Organizo la lista por actividades, después pienso que sería más útil distribuirla por localización geográfica y agrupo la diversidad de quehaceres por distintas zonas de la ciudad, visualizando los itinerarios. Casi funciona, pero no había previsto las largas colas en cualquier tienda de material escolar, o ropa, o electrodomésticos... ya que nuestro microondas nos dejó tirados, después de una larga vida funcional de algo más de dos años y tras asegurarse de que la garantía había vencido.

Es evidente que estoy más irritable, Pablo se da cuenta; le insisto para que termine la cena, que ya es tarde, que me entretiene y tengo cosas que hacer y me dice "¿Mamá, por qué siempre estás ordenándolo todo?". Mi primer impulso fue contestarle que ordenaba lo que "otros" se afanaban en desordenar, pero ésto es una verdad a medias: ordeno porque lo necesito. Desde una visión particularísima reconozco que el orden posee una cualidad lógica y hermosa y ambas se convierten en un requisito para alcanzar cierto nivel de paz y armonía; soy capaz de ordenar mi entorno más inmediato durante una hora para poder disfrutar de un placentero té de diez minutos.

Pablo por fin duerme y me dirijo a la cocina dándole vueltas a su pregunta, planteándome si debería cambiar de actitud y abrazar el desorden, considerándolo como una parte de la vida con la que debería aprender a convivir. Dejo en suspenso esta reflexión atraída por lo que escucho en la radio. En resumen: los maestros finlandeses trabajan 200 horas anuales menos que los españoles obteniendo, sin embargo, unos de los mejores rendimientos escolares del continente. ¡Éso es eficacia! y más de lo que puedo soportar por hoy, a estas horas. Me voy a la cama, no me atrevo a mirar al reloj, pero finalmente lo hago...son las 00.21, otra semana que no consigo mi propósito de acostarme antes de la media noche y todavía, en los pocos segundos que tarda el sueño en venir a rescatarme, me pregunto: ¿Seré torpe?




miércoles, 31 de agosto de 2011

Hay momentos...y lugares.


Hoy terminan mis vacaciones que siempre inicio como una promesa de eternidad.

Desde el último solsticio he comprobado como los días iban acortándose mientras que los momentos vividos en cada uno de esos días se acumulaban, intentando hacerse un lugar.

He vivido momentos alegres de sorpresas y encuentros... y momentos de sorpresas y reencuentros de tristeza dulce; momentos de inmersiones y de salir a flote, momentos divertidos, absurdos y de ponerse a prueba.

He visitado lugares distantes y extremos: el húmedo bosque celta guardián de leyendas y de magia, el paisaje semidesértico del sureste que nos demuestra que es posible una belleza sin agua y la extensión de secano; olivos y polvo, tejados y asfalto, que veo desde mi ventana como veo el mar, siempre que me lo propongo.



Iglesia románica de San Juan de Amandi (Asturias).



Me quedo con esta fotografía como imagen de mi verano, aún sin saber si la elijo por el lugar, o por el momento, o porque ambas cosas son lo mismo.




Imagen: Utopazzo

jueves, 18 de agosto de 2011

Subterfugio VII: Transparencia


“Sumérgete en la hondura.

Allí,

en el fondo,


está la transparencia.”


Dulce Chacón



Lo primero que vi al llegar al río, junto a la arboleda, fue un cartel en el que se leía "Paseo de la voz dormida", seguido de estos versos de Dulce Chacón. Había visitado Castril unos años antes pero no recuerdo el cartel ni ninguna de las palabras en él escritas, lo que me reafirma en la idea de que todo está ahí, siempre, pero no lo descubrimos hasta que estamos suficientemente preparados; mientras tanto, permanece invisible.

El hallazgo me produce desconcierto; sólo unas semanas atrás acababa de leer la novela "La voz dormida", en la que según palabras de la autora "tuve que hacer de tamiz para suavizar la historia, porque la ficción no soporta tanto horror". Continúo leyendo los versos; como he olvidado el cuaderno de notas trato de memorizarlos. A medida que los leo siento la necesidad de sumergirme en el agua, aquí, ahora mismo. Poco a poco el aluvión de estímulos de la exuberante mañana de agosto se atenúa al ritmo en que gano profundidad, aunque no demasiada, enseguida encuentro una transparencia que me atrevería a decir llevaba un tiempo esperando. Observo un evidente desorden en el que conviven cierta precipitación y excesiva mesura: el botón de una camisa que tiende a desprenderse, un lapicero sin punta, una manzana intacta, un libro a medio leer marcado en el capítulo 35. También percibo un silencio denso de cuyo peso me desprendo en la breve ascensión, y de nuevo el estrépito del agua en el lecho de piedra, voces indeterminadas de los turistas que visitan el paraje mezcladas con las conocidas y cercanas, la luz cegadora en el claro rodeado de álamos de hojas inquietas...

-¡Seguimos!

Una voz familiar me invita a proseguir nuestro camino sin reparar en mi respiración aún entrecortada, ni en las ultimas gotas de río que se evaporan desde mi piel.




Río Castril. Utopazzo






jueves, 30 de junio de 2011

Subterfugio VI: El verano

Sumergida en la noche de verano sin sueño, asciendo lentamente hasta el nivel de la superficie que me permite comprobar que todo está en orden, detenido; de esta manera puedo zambullirme de nuevo, esta vez a mayor profundidad, hacia el reencuentro con la noche, el calor y su abrazo.


Siempre él mismo, sin embargo, percibo una brisa diferente sobre la espalda, una vieja palabra convertida en nueva para mis oídos mientras persigo el avión, que intermitentemente, describe su trayectoria hacia el norte en el oscuro rectángulo de la ventana. Y vuelo con él. Poco después, en lo que parece un instante, la franja anaranjada del levante revela un amanecer sin despertador ni prisa, ofreciéndome una prórroga que celebro como un indulto.


Una mañana de estas... voy a levantarme cantando.




"Summertime". Janis Joplin (1968)



jueves, 23 de junio de 2011

Antónimos

sólo se gana lo que se da.”

Antonio Machado




Nos despedimos de la necesaria rutina para dar la bienvenida a la ilusión del verano,
con risas desbordadas y tristezas previstas.
Luces e incertidumbres,
trabajo y descanso.
Aciertos, errores,
regañinas y abrazos.
Aulas repletas de experiencias recientes, ahora, vacías.



miércoles, 1 de junio de 2011

"Bienvenida oh vida"

"He olvidado la palabra que quería pronunciar y mi pensamiento, incorpóreo,
regresa al reino de las sombras."

Ósip Mandelstam



Probablemente nadie lo sepa pero hoy mi blog cumple un año. Recuerdo el momento en el que, después de varios intentos frustrados, pulsé la tecla "publicar" que lanzaría mi primera entrada a ese lugar tan indeterminado como infinito al que denominamos ciberespacio.

Decidí iniciar este blog para darle utilidad a bastantes horas, aparentemente perdidas, invertidas el año pasado en cursos de formación digital en un momento personal complicado, en el que cualquier minuto y esfuerzo me resultaba indispensable. Además en mi colegio no teníamos, ni tenemos, conexión a internet en el edificio donde imparto clases con mis alumnos, así que todas las posibilidades que ofrecía el blog como recurso educativo quedaron en suspenso.

En principio mi idea consistía en utilizar el blog como catálogo o muestrario de todo aquello que me gusta: secuencias de películas, cuadros, música... lo único que consideré imprescindible fue que tuviera cierta coherencia y me di cuenta que para dotarlo de coherencia, de significado, necesitaba el soporte de la palabra. Palabras ajenas, aprehendidas o prestadas; palabras propias, descubiertas o conquistadas. Todo lo que vemos, leemos o escuchamos, genera un lenguaje interior a través del cual nuestro pensamiento se hace consciente y tendrá como consecuencia la comunicación con los demás, como ese diálogo íntimo que mantenemos con un amigo alrededor de un té o como en este caso, a través de un blog.





Me encanta la idea que de forma tan ingeniosa y edificante plasma esta secuencia, aunque confieso que no soy capaz de contentarme únicamente con la experiencia del lanzamiento, también me preocupa lo que lanzo, aunque tomo nota. ¿Acaso no es la vida una experiencia para aprender y compartir?


¡Gracias por asistir al lanzamiento!



jueves, 19 de mayo de 2011

Motivación






Uno de los recursos más utilizados en la escuela es la motivación; no siempre encontramos una buena disposición hacia el aprendizaje, el trabajo y el esfuerzo, bueno, no siempre es quizá una expresión demasiado optimista. En el caso concreto de mis alumnos y sus especiales circunstancias sociales y culturales, la motivación por aprender es bastante escasa y tengo que recurrir con frecuencia a una vieja chistera, indudablemente mágica, ya que cada vez que introduzco la mano en ella obtengo un nuevo truco que despierta su interés por un periodo de tiempo digamos que efímero.

También los profesores necesitamos de esa motivación, yo la necesito. Dificilmente la encontraremos en forma de valoración o reconocimiento social y desgraciadamente tampoco en forma de resultados -en muchos casos el resultado obtenido es inversamente proporcional al esfuerzo empleado-, así que debes hallarla en pequeños logros y detalles.

El otro día recibí una sesión extra de motivación y, acostumbrada como estoy a desarrollar mi trabajo con un bajo consumo, creo que me será suficiente para llegar a fin de curso. En la escuela al igual que en la vida, de una cosa se pasa a la otra sin apenas darse cuenta; de esta manera, durante una clase de Conocimiento del Medio, pasamos de hablar del sistema respiratorio a las diferentes formas de morir (este tema surge con frecuencia entre mis alumnos de once y doce años) y después de enumerar las más trágicas y despiadadas apareció la sorpresa del día número uno: un alumno de doce años que trata de superar, si no día a día, al menos mes a mes, una difícil historia de abandono familiar, conducta disruptiva y diversos tratamientos por hiperactividad, nos dice: "También se puede morir de amor". Ni que decir tiene que durante unos instantes se hizo el silencio, el mío el más largo, porque contemplaba los rostros atónitos de todos sus compañeros, especialmente de sus compañeras, que desde entonces lo miran con "otros ojos".

Pero algunos días son grandes y todavía tenía reservada la sorpresa número dos. Aunque en principio parezca una minucia os aseguro que no lo es; ante la pobreza de vocabulario a la que cada día asisto y que impera en la escuela como reflejo de la sociedad o viceversa, resultó ser un hecho extraordinario y casi milagroso. En la hora dedicada a vocabulario fui enumerando una serie de palabras y frases cortas a las que mis alumnos debían buscar sinónimos, entonces dije: "un árbol es partido por un rayo, decidme algún sinónimo de partir"; todavía no sé cómo uno de mis alumnos respondió: "hendir". Quedé impresionada, mientras, el grupo me miraba impaciente esperando mi reacción porque no sabían si la respuesta era o no adecuada. Aún no me explico de dónde sacó aquella palabra, aunque debo confesar que no me atreví a proponerle que la escribiera él mismo en la pizarra... no quería que ningún error ortográfico pudiera empañar un momento tan lleno de luz.


lunes, 9 de mayo de 2011

Ella o yo

En mis primeros años como maestra obtuve destino durante un curso escolar en un instituto de la Sierra de Segura. Visto con la lejanía marcada por el tiempo, debo de admitir que fue un año extraordinario de amistad y aprendizaje, kilómetros en coche y horas de teléfono móvil.

Encontré un bonito apartamento, prácticamente nuevo, con impresionantes vistas a la sierra y calefacción, aunque ubicado en una zona algo apartada y solitaria del pueblo. Fue una suerte ya que en principio el dueño sólo lo alquilaba fines de semana y meses de verano a turistas que visitaban aquel bello entorno.

Por otra parte el ambiente en el instituto era fantástico, el claustro estaba compuesto por un profesorado bastante joven y recién llegado por lo que enseguida trabamos amistad. Nos reuníamos por las tardes bajo cualquier pretexto: realizar cursos de formación que se ofertaban en la zona, excursiones por los alrededores, cenas, fiestas... así que los días y las tardes transcurrían rápidamente. Sin embargo las noches... bueno, al principio simplemente no dormía, los ruidos generados por la naturaleza siempre me han producido insomnio ya que no concilio el sueño hasta que logro identificarlos, aunque con el tiempo logré habituarme, más bien me dí por vencida y fui recuperando sueño atrasado. Poco duró mi descanso ya que comencé a escuchar otro tipo de ruidos, difíciles de explicar; provenían del interior de la casa, como si algo rodase por techo, suelo, paredes... y de nuevo el insomnio. En el edificio sólo vivíamos yo, en la planta baja y justo encima el propietario con su madre anciana y un gato. De vez en cuando subía a su casa para pagarle el alquiler y charlar un rato, así que un día aproveché, como quién no quiere la cosa, y le comenté lo de los extraños ruidos. Contuvo una sonrisa (nunca lo vi reír) y me dijo que estuviera tranquila, debía ser su gato que jugaba por las noches o palomas cuyos nidos había descubierto recientemente. Sus palabras, bastante lógicas, me parecieron suficientes y así día tras noche llegamos al inicio de la primavera.

Aquella noche me acosté tarde porque mis compañeros y yo habíamos quedado para celebrar no recuerdo qué, la verdad es que celebrábamos bastante, y me despertó un ruido que me pareció muy próximo, dentro de la misma habitación. Todo mi cuerpo quedó paralizado a excepción de la mano derecha, siempre alerta, que pudo encender rápidamente la lámpara de la mesilla. Y la vi. Era una rata enorme que me miraba con el mismo espanto con el que yo la miraba a ella y que se escabulló por el pasillo en dirección al cuarto de baño. En cuanto pude reaccionar hice lo mismo y cerré la puerta.

Me preparé un té, pegué la oreja a la puerta del baño -no se oía nada-, miré el reloj: las cuatro, las cinco... finalmente dí una cabezada sentada en el sofá hasta que desperté aliviada con la luz de la mañana. Decidí entrar en el baño, más por necesidad que por arrojo, provista de un cepillo, pero ni rastro de Ella.

Pasé la mañana en el instituto bebiendo café y contando la historia a diestro y siniestro pero las horas transcurrían veloces y debía regresar al apartamento, afortunadamente un compasivo compañero, profesor de química y experto en roedores, se prestó a acompañarme y echar un vistazo.

-Ves todas esas manchitas de ahí arriba, es orina de rata, debe de haber varios nidos distribuidos por todo el techo -me dijo-.

Inspeccionó el cuarto de baño y comprobó que la intrusa bajaba por el conducto de ventilación y salía por un agujero que había tras el bidé.

-Has notado si te faltaba comida, trozos de comida quiero decir.

Una sucesión de imágenes con trocitos de pan, galletas incompletas, comida fuera del plato pasaba rauda por mi cabeza mientras mi compañero enumeraba una aterradora lista de enfermedades, incluida la peste bubónica, transmitidas por roedores.

-Ahora es la época de cría por eso habrás notado mayor actividad. Vete de aquí -concluyó-.

Le dije que sí, pero cuando me tranquilicé cambié de idea; había aguantado todo el invierno precisamente para disfrutar de la primavera en la terraza desde la que había asistido al deshielo de las montañas y no quería perderme cómo el verde tardío teñía, tramo a tramo, el espléndido paisaje. Hablaría con el dueño y le expondría la situación, le diría que la rata o yo... y la eligió a Ella.

Terminé el curso en un piso microscópico con vistas a la gasolinera y haciéndome promesas de que a partir de ahora intentaría ser más cigarra que hormiga, eso sí, dormía del tirón arrullada por el sonido de los coches que circulaban por una carretera cercana.




"El Yelmo" desde mi terraza serrana.


miércoles, 27 de abril de 2011

Pablo y el universo

El crecimiento de un niño nunca deja de sorprendernos a pesar de ser un hecho tan esperado como inevitable. Podemos comprobarlo fácilmente a partir de datos de lo más objetivos, en su mayoría cuantitativos: peso, talla, percentiles... sin embargo, la medida y sobre todo el modo en que cada niño madura, conoce, comprende, es única y exclusiva y cuando por fin entiendes ésto buscas todas las revistas y guías de ayuda para madres y padres inexpertos que tienes en casa, junto con el popular "Duérmete niño" del Dr. Estivill, y los depositas en el contenedor de reciclaje, momento absolutamente liberador en el que por fin respiras tranquila, igual de inexperta y desorientada, pero liberada.

Hoy Pablo cumple seis años y crece, muchas veces a su pesar, porque sabe que crecer tiene un precio, por ejemplo, el doloroso trance de asumir una buena dosis de frustración. Poco a poco comprende que existe el NO, que muchos de sus deseos son sencillamente imposibles e inalcanzables por mucha imaginación que derroche, por más que grite o llore.

Cada día descubre y se descubre. Como en el juego de la búsqueda del tesoro deberá ir desvelando pistas, adivinando acertijos y sorteando diversos obstáculos hasta desenterrar un magnífico tesoro que hace apenas unas semanas ni siquiera existía.

Las últimas pistas seguidas lo han llevado al descubrimiento de la belleza y grandiosidad del Universo. Asimila algunos conceptos con sorprendente facilidad, como que en realidad es la Tierra la que gira alrededor del Sol :"¿Por qué me decías que el Sol se ocultaba tras las montañas?", que existen astros tan lejanos como algunos de nuestros anhelos o que el planeta que habita no es el centro, ni el único, ni el más grande (de nuevo la frustración), estableciendo de forma inconsciente una semejanza consigo mismo.

Pronto descubrirá otros universos pero mientras tanto se divierte girando bajo cualquier luz encendida a la par que comenta: "Ahora es de día, ahora de noche, ahora de día otra vez." Cada noche antes de dormir dice que me quiere hasta Plutón, lugar de su mapa particular en el que aparece señalado el confín del universo. "Yo también te quiero hasta... Plutón", le repito, dudo aunque me contengo, todavía no sería capaz de comprender que muchos de nuestros sentimientos, ante cualquier límite, se desbordarían .






Fotografía : Utopazzo


jueves, 31 de marzo de 2011

Tareas

Cada mañana cruzo la ciudad de oeste a este; tres mil novecientos pasos me separan del trabajo y durante el trayecto descubro la llegada de la primavera sin el regocijo habitual, a través de un sol perpendicular a los ojos que resulta molesto, casi me irrita al hacerme tomar consciencia de la velocidad con la que se suceden los años; éste en concreto lo hubiera estirado hasta el límite de su resistencia.

Recuerdo que la primavera pasada me impuse una serie de tareas después de un invierno especialmente duro, en el que no recuerdo si hizo frío o nevó: decidí que debía de hacer más cosas, aunque enseguida me dí cuenta que esta tarea era difícil de llevar a cabo y la cambié por "hacer otras cosas". También me propuse dejar de lamentarme, mientras lo haces tu pesar te acompaña, te ocupa, te entorpece y estás perdiendo el tiempo que dedicarías a buscar una solución o en su defecto, a disfrutar de un momento agradable.

La tercera tarea tenía como objetivo volver a mirar; a veces lo que nos rodea, además de conformar nuestra realidad, es un tesoro enterrado en la arena de la desidia y terminamos por hacer la misma cosa porque miramos siempre del mismo modo.

Tengo que decir que casi lo consigo aunque en las últimas semanas observo como mi objetivo se aleja arrastrado por una especie de fuerza centrípeta que nos precipita irremediablemente al lugar común de la costumbre, así que debo plantearme de nuevo la tarea de mirar como lo haría, por ejemplo, un pintor. En pocos días la traslación terrestre hará que el sol que ahora me deslumbra ascienda unos grados e ilumine el camino conocido ofreciendo una nueva oportunidad para ver y redescubrir el color de los objetos cotidianos, la larga y tenue sombra de los árboles de la mañana, el sueño en la cara de un niño que va a la escuela, la baldosa del suelo sucia de pasos, presurosos o lentos, decididos o inciertos, como los míos.





"Antonio López pinta la Puerta del Sol", Pablo Ballester.




sábado, 5 de marzo de 2011

Impresiones de viaje I: Monasterio de Poblet.


"Los monjes blancos, en vez de aspirar a hacer una síntesis entre la realidad terrenal y la realidad de la fe, optaron decididamente por abandonar el mundo. Sin embargo, como eran mortales, tuvieron que llevarse algo de este mundo. Reducir este algo, convertirlo en casi nada, y después desprenderse de él para darse a Dios, he aquí lo que ellos querían. ¿Cuántos, de entre ellos, lo consiguieron? De esta voluntad heroica nació su arquitectura, una de las más extraordinarias que el mundo haya conocido."

Fréderic Van Der Meer, (Atlas de l’Ordre Cistercien)


En uno de mis viajes con Utopazzo visitamos la provincia de Tarragona dispuestos a conocer el monasterio de Poblet, magnífica obra cisterciense que siglos después sigue cumpliendo con su cometido; elevar la espiritualidad que todo ser humano posee. Alejados de los estímulos externos, terrenales, toda percepción se circunscribe a la perfecta unión de arte y naturaleza; los monjes en su objetivo de llegar a lo más alto en su perfección espiritual hicieron un trabajo excelente, rodearse de belleza, pero de una belleza esquiva y aislada de la parte del mundo en la que se asienta, convirtiéndose de esta manera en el hermoso reflejo de una imagen en el espejo.

En el preciso instante en que traspasas las puertas del monasterio notas como el tiempo se ralentiza, aumentando la capacidad de percepción de todo cuanto te rodea: mientras escuchas el eficiente monólogo de la guía turística que nos acompaña, los sentidos, expandidos, van recibiendo otro tipo de información; el olor a madera en el refectorio o a papel antiguo y polvoriento de la biblioteca, la potente luz de julio intentando colarse por los ventanales siendo rápidamente neutralizada por la oscuridad del interior, los cambios de temperatura en el paso de una estancia a otra hasta llegar al calor del mediodía en el impresionante claustro, suavizado por el murmullo fresco del agua del lavatorio...

Terminada la visita vuelves a pisar tierra al ritmo marcado por otras sensaciones más elementales recordándonos, siempre alerta, que ya es hora de comer. Buscamos un lugar adecuado en el pueblo en fiestas, desierto a esas horas, preparándose en su descanso para la gran noche. Entramos en un restaurante pequeño y acogedor pese a estar vacío y elegimos mesa; descubrí entonces que sus paredes estaban decoradas con láminas del fotógrafo Enri Cartier- Bresson y en cada una de aquellas fotografías encontré, precisamente, lo que no tenía cabida en el monasterio: instantes llenos de vida, de belleza sublime a la vez que imperfecta, momentos que muestran toda la dimensión del alma humana inmortalizados en unas décimas de segundo, como expresara el propio fotógrafo: "Mi mirada deambulaba por la vida, permanentemente".

Mientras conversábamos y dábamos cuenta de una deliciosa comida, la mirada divertida y satisfecha del chico de la "Rue Moffetard" nos acompañaba en la mesa.



"Rue Moffetard".Cartier-Bresson (1954)


miércoles, 9 de febrero de 2011

Subterfugio V: Las azaleas.

"Soy un libro de nieve,
una espaciosa mano, una pradera,
un círculo que espera,
pertenezco a la tierra y a su invierno."

Pablo Neruda



Abrió los ojos unos instantes antes de que sonara el despertador. La había vuelto a visitar aquel sueño pero por primera vez no la invadió el habitual desasosiego, sino una sensación de felicidad y calma indescriptibles, porque por fin supo lo que debía de hacer con él.

Desde hacía más de veinte años soñaba que un amor de juventud le regalaba una maceta con unas espléndidas azaleas que ella tomaba entre sus manos inexpertas, con cuidado y gratitud y las dejaba olvidadas en algún lugar; de repente descubría que había transcurrido mucho, mucho tiempo, comenzando una búsqueda llena de angustia hasta que las encontraba marchitas, secas y la invadían la desolación y la culpa por no haber sido capaz de mantenerlas vivas.

Como cada mañana tomó un cacao caliente mientras veía las noticias en el televisor de la cocina; sonreía pensando que si su amiga Marta la pudiera ver le dedicaría una cariñosa regañina: "¿Cómo se te ocurre castigarte desde tan temprano?" y le recomendaba un larga lista de canales de TV y emisoras de radio que tendrían un efecto tonificante sobre su maltrecho estado de ánimo. Mil veces le había dado las gracias pero no podía dejar a un lado este hábito, para ella, asomarse al mundo nada más poner un pie en el suelo, era una especie de compromiso moral ineludible. Mientras bebía a sorbitos para no quemarse pensaba en lo difíciles y extraños que habían sido los últimos años, quizá toda su vida, también simple aunque se encargó de disfrazarla de sencillez y aburrida, poniendo como excusa la necesaria rutina familiar, ahora le resultaba insoportable al descubrir que disponía de tiempo no ocupado por los demás, sobre todo, desde que sus hijos habían crecido y eran casi independientes

Conoció a Marta diez años atrás en uno de sus numerosos trabajos y la dejó convertirse en su amiga, guía espiritual y animadora ya que era una fuente inagotable de energía y tenía por objetivo hacer felices a los demás. Juntas habían pasado por todos sus malos momentos buscando soluciones en cursos de cocina creativa, Tai Chi, "Raquel & Raquel estilistas" y las inenarrables sesiones de los viernes por la tarde en el Spá del barrio. No sabía cómo decirle que todo aquello no le aportaba nada más que el placer de su compañía y algunas risas.

En el trayecto en autobús hacia el almacén donde trabajaba planificó cómo pondría en práctica su sueño, no sería una tarea fácil, eran imprescindibles una gran capacidad de trabajo y perseverancia, pero nadie que la conociera cuestionaría que contaba con ambas cualidades. Aunque estaba impaciente esperaría al fin de semana, acostumbrada a demorar al máximo cualquier pequeña recompensa no le costaría mucho y además tendría tiempo para preparar lo necesario.

El sábado despertó al amanecer y subió a la terraza cerrada a cal y canto desde el verano. La encontró cubierta por hojas secas y plumas de ave, decorada con algunos tiestos rotos y el palo de una fregona tirado en el suelo. El cielo de invierno gris y plomizo no hacía otra cosa que invitarla a no demorarse si quería tenerlo todo listo para primavera. Cerró un momento los ojos antes de iniciar su labor tratando de imaginar la distribución idónea, por supuesto los geranios los pondría en la parte más soleada, junto al rosal...percibió el paso de los días dejándose acariciar por un sol suave que debía pertenecer a marzo y que calentaba tibiamente los primeros brotes de las plantas; sintió la humedad de la lluvia de abril sobre las hojas de la chamadorea y la hiedra, el olor del mantillo nuevo, mojado. Contuvo la respiración, si aguantaba apenas unos instantes podría escuchar el leve chasquido de los capullos de las azaleas al abrirse y sintió vértigo y comprendió que los sueños, la tierra y ella misma estaban hechos de la misma materia.



jueves, 27 de enero de 2011

...de besos y de censura.

“Los hombres son criaturas muy raras:
la mitad censura lo que practica;
la otra mitad practica lo que censura;
el resto siempre dice y hace lo que debe”.

Benjamín Franklin



Un acto tan limitador como la censura cuyo objetivo es prohibir o controlar la libertad de expresión ha propiciado a lo largo de la historia la creación y superación en el mundo del arte, la política o la ciencia. Todos conocemos historias y anécdotas que así lo demuestran. Uno de los motivos por los que se ejerce es el miedo, el miedo a perder el poder, el temor a que sea cuestionado... encontramos innumerables ejemplos en el mundo de la política y de la economía por no hablar de las religiones.

Existe otro tipo de censura mucho más alienante como la ejercida hacia nosotros mismos, por nosotros mismos; ante una opinión, idea, sentimiento, valoramos las posibles consecuencias y decidimos guardarlos bajo llave, a pesar de que esta decisión provoque en nosotros frustración o tristeza. La causa principal sigue siendo el temor a no ser aceptados por romper con la norma de lo establecido, a no ser comprendidos o correspondidos; todo nos conduce a reducir nuestro ser más auténtico apagando la luz que lo alimenta y mostrar otro, en apariencia más adaptado.

El mundo del cine está plagado de historias de censura que no han hecho más que aumentar la popularidad y repercusión de ciertas secuencias censuradas, otras por desgracia, habrán desaparecido sin provocar en nosotros las sensaciones para las que fueron concebidas.

La película "Cinema Paradiso" es un homenaje al mundo del cine y al triunfo de la voluntad. Cada vez que veo la secuencia final comparto, plano a plano las emociones de su protagonista, pasando de la sorpresa y la perplejidad a las lágrimas cuando comprende el significado de lo que ve; imaginar al viejo proyeccionista de cine rescatando cuidadosamente cientos de secuencias del olvido para construir un bellísimo regalo, en un acto de rebeldía, reparación y amor extraordinarios, me produce una ternura infinita. Después paso, pasamos, a la sonrisa, al comprobar cómo es posible hacer un "corte de mangas" artístico a la censura, artístico e inmortal...pero sobre todo, cuando veo esta secuencia, me entran unas irremediables ganas de besar.





"Cinema Paradiso" (1988), Giuseppe Tornatore.



miércoles, 12 de enero de 2011

Un mal sueño

Alguna vez he soñado que mi hijo se perdía; es un sueño angustioso en el que no sé si es peor la terrible sensación de pérdida o el sentimiento de culpa que te invade por haber sido capaz de bajar la guardia apenas unos instantes. Inmediatamente despiertas. Se trata de un sueño bastante frecuente entre madres y padres y en alguna de mis amigas más que persistente.

En las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de reencontrarnos en las portadas de los periódicos la noticia del robo de niños durante la etapa franquista.

La sustracción de bebés y niños fue otro de los abominables hechos de los últimos momentos de la guerra civil y de la posterior represión franquista, una faceta más del fascismo inhumano auspiciado y bendecido por la iglesia católica. Con un gesto de injusticia e inmoralidad supremas despojaban a las republicanas ejecutadas o a las que malvivían en las cárceles de sus vástagos, en un intento de limpieza étnica (tratando de cortar así el germen libertario) y al mismo tiempo satisfacían los instintos maternales de mujeres de bien que no podían tener sus propios hijos. Esta práctica se mantuvo hasta los años cincuenta, ensañándose entonces con las "madres solteras", frágiles, indefensas, haciéndolas sentir indignas de su propia maternidad y culpables desde el punto de vista moral, como si el pecado lo hubiesen cometido ellas por ser solteras, sin permitirles pensar que la soltería es un estado que puede cambiar de un momento a otro pero la maternidad es una condición que dura toda la vida, aunque no tengas a tu hijo entre los brazos. Con el poder y "dios" de su parte no les fue difícil y se aseguraron la impunidad, vigente hasta hoy.

Los registros oficiales hablan de 30.000 niños desaparecidos, si pudiéramos ver este hecho con la misma objetividad con la que vemos sucesos similares ocurridos en otros países, exigiríamos investigación y la intervención judicial pertinente, sin embargo aquí lo hacemos al revés: se juzga al que investiga.

No me atrevo a ponerme en la piel de esas mujeres cuando regresaran a sus casas desde la cárcel o el hospital con las manos vacías, viviendo en una pesadilla permanente, aliviada si acaso por la esperanza del encuentro, por el consuelo de imaginar a sus hijos instalados en el confort de una vida próspera y llena de oportunidades.

Mi pesadilla dura poco y se diluye cuando me asomo al sueño de mi hijo, hermoso y ligero como el vuelo de una mariposa.



"Un cuento para mi niño" (La mariposa). Lole y Manuel