domingo, 22 de agosto de 2010

Subterfugio II: Gallinas versus gatos.

Desde hace ya varios años paso parte del mes de agosto en una casa de campo situada en uno de los maravillosos e increíbles parques naturales de la provincia de Jaén. Durante unos días vivo rodeada de gente querida, inevitables insectos, gallinas y gatos.
El tiempo en el campo tiene otra media, ajena completamente a mis parámetros, adquiridos a lo largo de muchos años sujetos a horarios preestablecidos, artificiales, rígidos y completamente apartados a los de la naturaleza, tan lógicos y simples. De repente, una hora te parece lenta e interminable, y un día entero se te fue como si de segundos se tratara.
En esas horas lentas me dedico a observar el entorno, que es tan variado que comprendes que necesitarías muchas de esas horas interminables para analizarlo todo y aún así sólo descubrir una minúscula parte del todo, más bien una ínfima parte de una minúscula parte.
Las gallinas me parecen unos animales algo extraños, que te miran por el rabillo del ojo mientras se alejan en dirección contraria a la tuya. Viven en comunidad, normalmente bien avenidas, comen, picotean, cacarean alguna vez y poco más. Tienen una vida simple, cómoda y rutinaria. La comida y techo asegurado a cambio de poner algún huevo, a veces a cambio de la vida de alguna de ellas, pero ni siquiera son conscientes de que ésto ocurra. Eso sí, tienen limitados los horarios y el territorio, otro precio que pagan, pero parece no importarles demasiado.
A los gatos los vemos como animales libres e independientes, y lo son. Viven a su aire, van y vienen cuando les place y no intentes buscarlos porque no los encontrarás hasta que ellos lo decidan; sin embargo, su vida no es tan fácil, observando el deterioro físico de la mamá-gata por nosotros llamada "Misi" en los dos últimos años. Supongo que no es fácil cazar algún ratón o pájarillo despistado y cuando habitamos la casa, se planta debajo de la ventana a maullar sin ningún pudor y dejando a un lado su atávico orgullo felino, pidiéndonos las sobras de nuestra siempre excesiva comida de humanos.
Supongo que todos tenemos algo de gallinas y algo de gatos, en mayor o menor medida. Sin embargo, buscaremos algún pretexto para justificar nuestra vida cómoda y doméstica y alguna excusa por no vivir de manera totalmente independiente, arriesgando lo previsible en busca de una mayor dosis de libertad.




11 comentarios:

  1. Divertido lo que cuentas y real, sin duda. Me viene a la cabeza un chiste que aparece en un film de Woody Allen, del que no recuerdo el título: Verá doctor -dice el individuo- tenemos un problema en casa con mi hermano; cree que es una gallina. El doctor le apunta -bien, y por que no lo internan en un psiquiátrico...? Lo haríamos, doctor -contesta el joven- pero es que necesitamos los huevos...sabe?
    Todos llevamos algo de gallina, y algo de gato; otra cosa es ver la cantidad de gallinas y gatos de los que estamos rodeados; pues sin duda alguna, no es tan grande el mundo como creemos y dentro de poco, miraremos de reojo o iremos a nuestro aire, según gato o gallina...yo ahora, voy a por huevos, aunque lo hago porque me place.
    Buen relatillo!

    ResponderEliminar
  2. Me parece curioso que te parezca divertido este escrito porque mientras lo pensaba y lo escribía, sentía cierta incomodidad pensando si era más gallina que gato o viceversa.
    La película a la que te refieres creo que es "Annie Hall" y tengo que reconocer que, en algunas ocasiones, yo también he necesitado esa clase de huevos...y quién no?

    ResponderEliminar
  3. Me viene a la memoria algo que un día plasmaré en mi blog: el gato que no durmió...así podría titular aquello que le pasó a un gato un día, en una casa de campo o cortijo, con unas gallinas...
    Suerte!

    ResponderEliminar
  4. Interesante símil el que haces sobre gatos y gallinas, como metáfora de la manera de ser y estar en el mundo de los seres humanos. Yo abogo por un tercer espécimen: da lo mismo cómo lo llamemos, prefiero eludir esa tendencia que tenemos todos a poner nombre, a etiquetar. Vendría a ser un espécimen que no quiere ser ni gato ni gallina, alguien que trabajosamente intenta ir más allá y superar esta clasificación. Digamos que gusta de ese ser y estar inclasificable. Así se encuentra más alegre y menos condicionado.
    Bajo este criterio que le permite una mayor libertad, este nuevo espécimen apuesta por la Bondad y la Gratitud en su relación con los demás, por la Creación y la Contemplación de la Belleza en sus más diversas vertientes (entiéndase música,pintura,la obra literaria,la naturaleza etc etc ) y por la búsqueda, que siempre es presente, de la sabiduría práctica de las cosas. No especula, vive la vida con mucha atención y está atento de esos pequeños detalles que por obvios, suelen pasar desapercibidos. Sabe que el Sistema vende futuro y nos dice qué debemos hacer en el presente para conseguir ese futuro que no es otra cosa que Vacío. A este espécimen le gusta su presente, ese que se construye a su modo cada día, sin grandes aspavientos en una Vida que como tal, no tiene sentido. Lo único que tiene sentido es lo que hagamos con nuestra pequeña vida, con nuestra capacidad de elegir que es lo más esencialmente humano que tenemos. Y en el ejercicio de esta libertad de elegir,ni siquiera la grandeza nos está vedada.
    Curiosamente, conozco algunos de estos especimenes y existen. Tengo una gran admiración por ellos.

    Por cierto, Ana, creo que no se te da nada mal escribir. Tienes un estilo claro,limpio y directo. No me extrañaría que que ya hayas escrito algunas cosas.

    ResponderEliminar
  5. "Tenemos la convicción de que si fueran las almas visibles a los ojos, se vería distintamente una cosa extraña, y es que cada uno de los individuos de la especie humana corresponde a alguna de las especies de la creación animal; entonces se podría conocer fácilmente la verdad, apenas entrevista por el pensador, de que desde la ostra hasta el águila, desde el puerco hasta el tigre, todos los animales están en el hombre, y cada uno de ellos está en el hombre; y aún en ocasiones, muchos de ellos a la vez. Los animales no son sino las figuras de nuestras virtudes y de nuestros vicios, errantes delante de nuestros ojos; los fantasmas visibles de nuestras almas.....". Victor Hugo (Los Miserables).... Hay momentos en la vida en que algo hace que te recorra un escalofrío espalda arriba y la piel se eriza sin el más mínimo pudor. Uno de esos momentos mágicos me asaltó anoche, en mi cama, mientras me abandonaba a la lectura antes de dormir. Curiosa "coincidencia" ¿no crees?. De alguna manera todo en el universo está interconectado e interrelacionado, y una fuerza mayor que escapa a la comprensión de nuestras -de momento- limitadas mentes aglutina el tiempo y el espacio de tal manera que el misterio de la existencia se hace visible apenas para recordarnos la grandeza de la vida...

    ResponderEliminar
  6. gilgamesh,
    Clasificar y etiquetar es una manía en la caemos de forma recurrente ya que nos ayudan a entender lo que nos rodea. Tampoco nos libramos de establecer dicotonomías, por el mismo motivo. Desde cualquiera de las dos posturas ante la vida (doméstica o independiente) se puede ser bondadoso, mostrar sensibilidad y disfrutar plenamente de la naturaleza y el arte en sus distintas manifestaciones.
    Quizá sí exista un "espécimen" que se eleva un poco sobre el común de los mortales. No es aquel que contempla sino el que es capaz de CREAR y no es el que recibe con gratitud sino el que DA, así, con mayúsculas.
    Nunca he escrito, pasando por alto las inevitables, escasas y perdidas hojas sueltas de la adolescencia.

    Mª Ángeles,
    Comprendo perfectamente ese momento y casi experimento ahora la sensación de que se erice la piel cuando te encuentras ante el abismo que supone no entender, no ser capaz de darle una explicación a un hecho; como cuando éramos casi niñas e intentábamos dormir en la terraza de la casa de mis padres hablando de Dios, el Universo, el Origen de la Vida y sentíamos mucho, mucho miedo.

    ResponderEliminar
  7. Creo que no era miedo lo que sentíamos en esos momentos... a lo mejor cuando intentábamos dormir en la terraza sí que sentíamos algo de repeluz, pero cuando hablábamos de temas trascendentales, no era miedo, creo recordar que era más bién fascinación... y el espejismo ilusiorio de que en el próximo segundo descubriríamos por fín todas las respuestas... y el enigma de la existencia humana quedaría, sin remedio posible, al desnudo... entonces entraba en escena el vértigo y la responsabilidad que inevitablemente conllevaría tal descubrimiento.... y así hasta que por fín, morfeo se apidaba de nuestras inquietas almas y nos acurrucaba con ternura en sus brazos....

    ResponderEliminar
  8. Como forma literaria de comparación, y generalizando un poco, la comparación me ha parecido acertada, si vamos un poco más allá incluso podiamos parecer abejas, cada trabajo una función, y cada función una clase social. La jerarquía dependiendo de la división social del trabajo nos hace pertenecer a un enjambre, así la proporción de gallina o de gato en el enjambre será un rasgo más generalizado en un estatus o en otro, o no necesariamente, si apelamos a la independecia personal y la individualidad de cada uno/a.

    Un abrazo Ana.

    (Me gusta tu blog, me gusta las cosas que plantesas.)

    ResponderEliminar
  9. Gracias por llegar aquí con tu brisa que ya percibo. En cuanto he leído los términos jerarquía, división social del trabajo, individualidad, me he dicho: "Ésta es Encarni, sí señor..."
    Bienvenida.

    ResponderEliminar
  10. Aunque por razones obvias (bueno, al menos para quienes me conozcan) me inclino por los gatos, bellos, libres y hasta cierto punto inútiles, tengo que reconocerle ciertas virtudes a la gallina. Es un ser práctico, puede alimentarse de lo que tiramos a la basura y a cambio nos ofrece un pequeño milagro sin el que no sería posible el más exquisito de los platos: la tortilla de patatas, además de ofrecernos a su descendencia para que nos los comamos asados e incluso a ella misma para prepararnos un reconfortante caldito. Pues no contentos con todo lo que nos ofrecen por tan poco, encima las insultamos y les dedicamos los más viles calificativos. Llegados a este punto... lo siento, pero tengo que dejarlo. A pesar de su mirada displicente, su pico insidioso y su encubierta mala uva, me solidarizo con la gallina en particular y con el gallinero (que es su circunstancia) en general. Y a partir de este momento, pagaré con agrado la sustancial diferencia de 0.40 euros que marcan los huevos procedentes de gallinas criadas en libertad respecto a los otros.
    Otro día comentaré algo sobre los gatos.

    ResponderEliminar
  11. Querida anónima,

    Estamos de acuerdo, a algunos animales- y personas- les otorgamos una serie de atributos incuestionables y hagan lo que hagan caminan con ellos por delante de nosotros haciendo ese trayecto más fácil y llevadero, o como mínimo más atractivo. A otros animales -y personas- les ocurre lo contrario, se les atribuye un "sambenito" que deberán arrastrar como un lastre pesado y monótono toda su vida. Ésto les ocurre a las gallinas, tan necesarias, al menos en otra época para la supervivencia humana y que tratamos con cierto aire de superioridad. Un beso.

    ResponderEliminar