miércoles, 16 de mayo de 2012

Patio de luces

"La belleza es el resplandor de la verdad,
 y como el arte es belleza, sin verdad no hay arte"

Antoni Gaudí



Como cualquier tarde me dispongo a tender la ropa de la lavadora y mientras miro al patio de luces  llego a la conclusión de que se trata de un lugar tan poco bello como evolucionado. Durante los últimos catorce años he tendido la ropa en él, al sol o a la sombra, varias veces por semana, y observo que no ha sufrido ningún cambio desde entonces, a excepción de la reciente y más que necesaria mano de pintura resuelta con la última derrama.

En mi patio de luces siempre se escuchan las mismas voces, no me refiero a las de los vecinos, que hasta el octavo llegan atenuadas, sino a las de los televisores de la tarde en la que invariablemente se oye a una Belén Esteban -o similares- cuya sempiterna indignación debería ser canalizada en algo constructivo, para  beneficio de todos. También se escucha música inclasificable, una especie de sucedáneo de flamenco y el último número uno de los cuarenta principales -creo- que casi siempre desconozco; a esta sinfonía hay que añadir las señales horarias de la cadena SER o de RNE, que escapan desde la ventana de mi cocina, proporcionando un rítmico contrapunto. El "sonido" de internet no llega hasta el patio, ni las risas de los niños que continúan siendo una significativa minoría en el bloque. La comida tampoco parece haber sufrido variaciones temporales, nada de cocina experimental, evolutiva ni exótica, sólo percibo viejos y familiares aromas de contundentes potajes, socorridos fritos y fáciles tortillas.

Trato de buscar en el patio alguna señal de actualidad, aunque sea de la omnipresente crisis, pero de momento se me escapa. La ropa tendida, así sin gracia, mojada y arrugada no parece tan Desigual, mucho tendría que observar, y muy de cerca, para poder distinguir entre ropa de diseño y la cosida a conciencia por Josefa, la modista del barrio de toda la vida; entre la comprada en el mercadillo de los jueves o la de alguna tienda "outlet"...



 Patio de luces de la Casa Milà (1906-1912). Antoni Gaudí


Supongo que un patio de luces permanece indifrente a los cambios porque es un lugar al que nadie mira, ni se ocupa, ni se transita, un lugar que a pesar de su nombre es resistente al paso de la luz y solo aparece bello en los sueños de los verdaderos genios.




22 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Decir precioso a un patio de luces...en fin. Si te refieres al de Gaudí, sí.

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  2. Bueno, esta reflexión sobre los patios interiores y su jerga e idiosincrasia de quien los habita, me ha recordado un verano lejano en el tiempo, en un lugar de la costa (del que omitiré su nombre, pero que tú reconocerás inmediatamente), donde por la noches se escuchaba el ir y venir de turista a sus habitaciones, la televisión a todo volumen (mientras nosotros veíamos la serie “Doctor en Alaska” con volumen bajito… tanto que casi no escuchábamos los diálogos de los protagonistas, y todo para no molestar en el descanso del personal), y cómo me indignaba todo ello. Cómo al la mañana siguiente (en una de tantas) me dirigí a los dueños y responsables del Hostal (¿O era hotel?)… como más tarde, supimos que ¡Eran los propios dueños del antro aquel los que colocan el volumen del televisor a todo trapo…! ¿Qué hacías entonces?

    En fin, otra más de patios y gente…
    Besos.

    P.D. La foto del patio interior, me la conozco muy bien: allí el sonido que se escuchaba, era lo más parecido a música de la buena… y lo digo por el lugar, alrededores e idiosincrasia de esa gente (la lugareña y la visitante), que es de otra pasta…

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    1. Ponían la tele como querían que para eso era su "casa", si al cliente no le gusta que se vaya...lo normal, no sé cómo se mantiene el negocio en algunos lugares de la costa. Nosotros sí que no éramos normales, corriendo cada viernes a las 11 de la noche para ver "Doctor en Alaska", aunque estuviéramos en en una maravillosa playa, en algún pueblo con encanto o en una ciudad Patrimonio de la Humanidad.

      Besos.

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  3. La verdad es que algunos patios de luces (o de sombras) resultan bastante siniestros, a veces son la garganta insaciable que se traga a los suicidas con vocación. Es lo impersonal animado, lo heterogéneo homogeneizado, la zona de servicio de los que no suelen tener servicio, la válvula de escape de la olla de nuestras casas, que mezcla olores, colores, sonidos con la indiferencia del mandado: Oiga, a mí es que me han puesto aquí... No puedo quejarme (demasiado) del nuestro, realmente tiene luz, y patios con ropa variopinta, camisetas que agitan sus brazos de trapo, calcetines tristes, porque han perdido a su pareja, interiores XXXL, incluso algún guiño sexy. Pero también hay niños, vecinos, macetas y mascotas. Sobre todo, hay un gorrión que se crió en uno de esos patios y que vuelve a visitarnos con asiduidad. Hace unos días lo vi en el tendedero acompañado de una atractiva gorriona coliblanquilla, toda una presentación formal... No, no puedo quejarme (demasiado) de nuestro patio de luces, creo que -como el de la canción- es particular.

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    1. Mira por donde tu comentario sobre el patio de luces me parece LÍRICO, utilizas las palabras más precisas para expresar la idea que me surgió mientras tendía y escuchaba ESE programa de TV como "antesdeayer", o la semana pasada, o hace diez años...lo "heterogéneo homogeneizado", ya te lo han dicho (yo no he insistido) pero deberías de hacerte un blog, como acto de caridad hacia tus hipotéticos lectores.

      Tu patio siempre ha sido más dinámico que le mío, aunque solo sea por la generación de niños, perros y gatos que han ido naciendo, creciendo y marchándose a otros patios y que por lo general aportabas tú.

      Un saludo, mi anónima particular.

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  4. Empiezo a pensar que los patios de luces son resistentes a la temporalidad. Lo digo porque hace más de una década que vivo en un piso que no tiene patio de luces, pero todo lo que has descrito lo recuerdo con exactitud, como pensamientos y sensaciones que hubieran viajado en el tiempo sin perder ni un ápice de su sustancia (bueno, pero sin belenes estébanes, eso sí).

    Te dejo otra frase de otro arquitecto:
    "Necesitamos algo seguro para edificar sobre ello. Sin duda, ese algo es la Verdad". (Frank Lloyd Wright)

    besos

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  5. Parece que los patios de luces, si sacamos factor común, son más generales que particulares.

    Si dos arquitectos lo dicen deben de llevar razón, cualquier cosa que pretendamos construir debe estar cimentada en la verdad, sobre todo la verdad que parte y se queda en nosotros mismos.

    Abrazos.

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  6. A ese patio sólo le falta un detalle decorativo, un merecido premio de una convocatoria que acaba de nacer.
    ¡Felicidades!
    ;)

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    1. Por más feo, anodino e impersonal que sea un lugar siempre será posible transformarlo si sabiamente se introduce el detalle adecuado...así que recogido el detalle, me voy corriendo a visitar esos otros patios que propones.

      Gracias y besos.

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    2. Este espacio tiene muchos elementos, pero de feo, anodino e impersonal, nada.

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    3. Gracias..."superehore".

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  7. Verás, Ana:
    Si a cualquier patio de luces, tan necesitado de gente para darle su particular "carácter" lo convertimos en objeto moldeable de nuestra imaginación, puede que logremos resultados sorprendentes. Ahí tienes el ejemplo de esa anónima comentarista de más arriba y de la que sugieres acertadamente que no le faltarían hipotéticos lectores. Fascina ver cómo en tan pocas líneas, de pronto ese patio parece cobrar vida: brazos de trapo que se agitan tal vez en forma de saludo, esas tallas XXL que inducen a una breve y deductiva investigación sobre su dueño, calcetines tristes que quizás nunca más encuentren su pareja, esos olores anticipando sabores antes de confundirse ..... ¡si hasta nos cuenta un pequeño romance! ¿De verdad, era un patio de luces de lo que hablaba?
    Del mismo modo, tu relato se alimenta de ese mirar distinto y tan necesario. Tanto, que es precisamente ese afán tan humano de transfigurar la realidad lo que nos acerca al arte, a la belleza que es la verdad. Con Gaudí, esto resulta incontestable. Y haciendo también un simil, nada se asemeja más a la verdad como cuando, por ejemplo, unos amigos se reunen en amistosa charla delante de una taza de café y con una mesa en el centro a modo de imaginario patio de inspiradoras luces en las que las palabras son destellos de una misma verdad compartida y cada mirada se siente como un abrazo.

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    1. Supongo que todos tenemos un patio de luces particular, poco frecuentado y definido, ese lugar común en el que parece todo uniforme y en el que tu vida, usos y costumbres son los mismos que los de la familia del 4º izquierda o el vecino nuevo del último piso; hasta que te adentras un poco más allá y miras por la ventana o te detienes a analizar los elementos más neutrales y anodinos, como hace la Anónima con una habilidad que no deja de sorprenderme, por más que la sorpresa sea una constante en nuestro mutuo y antiguo conocimiento.

      Creo que no hay mejor terapia, ni libro de autoayuda (aunque confieso no haber leído ninguno) que supere el beneficio que supone una buena conversación, sobre todo cuando hay mucho que decir, o mucho que escuchar.

      Besos.

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    2. Ana, no te sientas extraña por no haber leído un sólo libro de autoayuda ..... ¡es la mejor autoayuda que te has podido hacer! y comparto también otra cosa: nada como una conversación cara a cara llena de razón y sentimiento, de sana alegría y amor por la verdad, siempre tan esquiva y a veces dolorosa. Como esa lucidez de la que tantas veces hemos hablado.

      Un placer estar de nuevo aquí contigo.

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    3. Seguiremos en torno a la mesa que ya dejó atrás los imprescindibles elementos que proporcionan calor al invierno, aligerándose para dar la bienvenida al verano.

      Besos.

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    4. Dejé la mesa puesta pero olvidé lo principal: ¿Té o café?

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    5. Soy más de café que de té. Aunque también alterno con todo tipo de tisanas, cuanto más raras, mejor. Y ya me gustaría a mí tomarme con vosotros ese té o café. No lo dudes.

      Un cariñoso abrazo.

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  8. Los patios de luces son el nexo más común de los vecinos, a través de él puedes saber lo que comen cada día e incluso por qué se enfadan las familias, pero son lugares un tanto dejados para la comunicación al menos en los tiempos en qué vivimos, algo sí ha cambiado, ya que todos vamos a nuestra bola. Recuerdo mi patio de luces de pequeña y las vecinas hablan y reían, eran más humanos aunque con los mismos desconchones de ahora, supongo que como los corazones vestidos de crisis, de prisas, de indiferencia hacia los demás.

    Un besico.

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    1. Antes, las necesidades comunicativas, especialmente de las mujeres, se circunscribían al entorno familiar y espacial más inmediato y el patio era una especie de ágora doméstica, previsible, inexpugnable...ahora, como dices, la manera de comunicarse ha cambiado, los medios y formas son numerosas y variadas y nos llevan a todas partes, desde el compromiso a la indiferencia.

      Besos.

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  9. En Albox yo tenía un patio de luces, pero sin vecinos (los del 2º se marcharon apenas un mes después de llegar yo, con una fiesta un domingo por la noche y la música de un piano que no me dejó dormir hasta las tantas, con lo cansada que venía yo del viaje...)

    No te puedes imaginar la de cosas que me encontraba allí. Supongo que por el viento aquel tan horroroso que soplaba por aquellos lares. Y arena, el recogedor lleno de arena siempre que lo barría. En fin, un horror.

    Mi nuevo patio lo tengo poco visto. Apenas tiendo fuera porque no me fio de que se me caiga algo al medio tejaillo que tiene la vecina puesto, pero el olorcillo de la comida, los quejidos del perrillo y los extraños píos de un pájaro (o lo que sea, porque suenan fatal)sí que los tengo más o menos controlados.

    Por cierto, muy bonita la foto ;)

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  10. La mezcla de olores y ruidos que describes, con pequeñas variantes, creo que la sufrimos el común de los mortales, o igual alguien lo disfruta, que sobre gustos...

    ¿Y el del piano que tal? mejor que el perrillo supongo.

    Besos.

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