Alguna vez he soñado que mi hijo se perdía; es un sueño angustioso en el que no sé si es peor la terrible sensación de pérdida o el sentimiento de culpa que te invade por haber sido capaz de bajar la guardia apenas unos instantes. Inmediatamente despiertas. Se trata de un sueño bastante frecuente entre madres y padres y en alguna de mis amigas más que persistente.
En las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de reencontrarnos en las portadas de los periódicos la noticia del robo de niños durante la etapa franquista.
La sustracción de bebés y niños fue otro de los abominables hechos de los últimos momentos de la guerra civil y de la posterior represión franquista, una faceta más del fascismo inhumano auspiciado y bendecido por la iglesia católica. Con un gesto de injusticia e inmoralidad supremas despojaban a las republicanas ejecutadas o a las que malvivían en las cárceles de sus vástagos, en un intento de limpieza étnica (tratando de cortar así el germen libertario) y al mismo tiempo satisfacían los instintos maternales de mujeres de bien que no podían tener sus propios hijos. Esta práctica se mantuvo hasta los años cincuenta, ensañándose entonces con las "madres solteras", frágiles, indefensas, haciéndolas sentir indignas de su propia maternidad y culpables desde el punto de vista moral, como si el pecado lo hubiesen cometido ellas por ser solteras, sin permitirles pensar que la soltería es un estado que puede cambiar de un momento a otro pero la maternidad es una condición que dura toda la vida, aunque no tengas a tu hijo entre los brazos. Con el poder y "dios" de su parte no les fue difícil y se aseguraron la impunidad, vigente hasta hoy.
Los registros oficiales hablan de 30.000 niños desaparecidos, si pudiéramos ver este hecho con la misma objetividad con la que vemos sucesos similares ocurridos en otros países, exigiríamos investigación y la intervención judicial pertinente, sin embargo aquí lo hacemos al revés: se juzga al que investiga.
No me atrevo a ponerme en la piel de esas mujeres cuando regresaran a sus casas desde la cárcel o el hospital con las manos vacías, viviendo en una pesadilla permanente, aliviada si acaso por la esperanza del encuentro, por el consuelo de imaginar a sus hijos instalados en el confort de una vida próspera y llena de oportunidades.
Mi pesadilla dura poco y se diluye cuando me asomo al sueño de mi hijo, hermoso y ligero como el vuelo de una mariposa.
"Un cuento para mi niño" (La mariposa). Lole y Manuel
Ana, tocas un tema de actualidad (aunque otros medios no lo quieran ver así) y es penoso y espinoso. Sólo de pensar que a ti te pueda suceder algo así, te inunda una pena inenarrable. ¿Cómo se sentiría cada una de esas madres viendo desaparecer a su hijo, como por arte de magia, incluso no viendo la situación por estar enferma y dormida por prescripción facultativa... en fin es algo tremendo. Yo creo que moriría del dolor!
ResponderEliminarCreo que el sueño sobre el niño que desaparece, es bastante común en los padres por cuestiones obvias; a mí me pasa bastante e incluso que ves como cae al vacío desde una ventana o en última instancia, acabas sujetándolo como puedes y abrazas su pequeño cuerpo. Leí en varias páginas sobre este sueño y prácticamente, ninguna me decía algo nuevo y lo que ya se puede barruntar en un sueño así: miedo a perder a tu hijo. Es lógico y casi suma dos más dos... pero vi algún comentario que me gustó y venía a decir algo así: "si en el sueño temes por tu pequeño, es que le quieres dar protección y sobre todo representa el orgullo de ser madre"... me quedo con eso; yo creo que también estoy orgulloso de ser padre y sueño que el pequeño, crece y crece y desde la vejez, contemplo cómo camina con paso firme, hacia uno de sus conciertos.
Un abrazo de ensueño.
Otra de tantas atrocidades que comete el ser humano...
ResponderEliminarUtopazzo,
ResponderEliminarEl tema de la Memoria es uno de tantos que me indigna y me subleva sobremanera; por las prisas a la hora de instaurar la democracia y el temor de levantar viejos y peligrosos fantasmas, hemos pasado por encima de víctimas, damnificados que durante demasiados años han asistido a la pasividad de los gobiernos de distinto color político y a la negación de sus derechos.
Los que insisten en que hay que pasar página tienen razón, pero se olvidan de que pasar página es imposible e inadmisible sin que previamente se haga justicia. Cuando tienes un hijo ves peligros por todas partes, antes inexistentes. Entre otros muchos los niños tienen el derecho a ser protegidos hasta que ellos mismos sean conscientes de lo que puede ser peligroso o les pueda producir algún daño; a muchos de nuestros políticos, jueces y magistrados parecen ser que les parecen peligrosas la verdad y a la justicia.
Utopazzo, a los niños hay que protegerlos cuando son pequeños y acompañarlos mientras avanzan por SU CAMINO, el que elijan, transmitiéndoles seguridad, compromiso y entusiasmo para vivir su vida con plenitud.
Ciertamente Ana, lo del robo de niños es un tema doloroso no sólo para las madres despojadas vilmente de sua hijos, sino también por lo que supone para el ser humano tomado como un conjunto. Recuerdo que también pasó algo parecido durante la dictadura argentina. Hechos lamentables, que merecen mi más severa repulsa.
ResponderEliminarDesgraciadamente, al igual que estos, hay otros muchos episodios en la historia de la humanidad que nos rebajan de condición y de qué manera. Por eso que siempre digo que lo que hay que hacer es buscar esas pequeñas rendijas por donde entran la luz, la belleza y la nobleza de espíritu. De lo contrario, estamos perdidos irremediablemente. Y tú, Ana, creo que esto lo comprendes muy bien. Y lo practicas.
Elena,
ResponderEliminardemasiadas son las atrocidades cometidas como afirmas, pero también el ser humano es capaz de crear lo mejor y hay que empezar desde la base, desde la educación de los pequeños...así que a seguir poniendo granitos de arena.
Ana, he vuelto a leer el enlace de tu entrada y es un asunto que llega a estremecer porque bucea hondamente en ese lado oscuro del alma. Lo de ese psiquiatra afirmando que el marxismo es una enfermedad mental contagiosa, un disparate pero también una maldad. Y lo peor de todo, se destierra de la justicia a quien lo investiga. Lamentable país en el que vivimos. A seguir viviendo ... que aquí no pasa nada.
ResponderEliminarGilgamesh,
ResponderEliminarpues que desolador me parece que la luz, la belleza y los valores humanos deban colarse por tristes rendijas para colocarse en el lugar que de forma natural les corresponde, deberían inundarlo todo aunque alguna vez se colara por alguna grieta descuidada algo de esa inhumanidad y fealdad tan extendida, que tampoco pretendo parecer excesivamente idealista y mucho menos preciosista.
Soy de tu opinión, cualquier hecho que vaya en contra de la humanidad nos afecta a todos, ¿a todos? Aquí es donde quiero incidir, una parte de la humanidad no se entera, otra parte lo disculpa, o lo esconde, o lo justifica, o mira par otro lado. Los que lo condenamos es porque asumimos, como bien dices, que rebaja nuestra condición humana. ¿Pero basta con condenarlo? o el hecho de ser conscientes exige de nosotros una mayor implicación. Siempre he tenido la sensación de que podríamos(puedo sobre todo) hacer mucho más de lo que hacemos, ponemos la escusa de que quizá no sirve para nada, la falta de tiempo...pero últimamente pienso que no me basta sólo con el compromiso.
Como le decía a Elena, desde nuestra particular parcela como docentes ponemos día a día granitos de arena en la formación de nuestros niños y en demasiadas ocasiones ves como quedan sepultados por un aluvión incontenible de necedad.
En fin, trataremos al menos de agrandar esas rendijas o abrir otras nuevas o derribar paredes...
No puedo resistirme de contestarte de forma inmediata, porque me has tocado la fibra sensible. Supongo que ya me vas conociendo.
ResponderEliminarVerás. Recuerdo que alguna vez me tildaste de optimista. Es cierto, pero no exacto. Más que optimista, soy una persona que en su día apostó por vivir con Alegría como una máxima en la vida. No como una pose, sino como un ser y estar en un mundo donde precisamente impera todo lo contrario: mentira, aprovechamiento del otro, maldad, indiferencia, guerras etc etc etc y así,casi hasta el infinito, podríamos enumerar todo un catálogo de la degradación humana.
Alguna vez hemos hablado de eso que se llama lucidez. No creo en la lucidez como un estado permanente, ni un sitio concreto al que dirigirse. Son pequeños destellos que nos permiten mirar de un modo distinto lo que antes vimos miles de veces de la misma manera. A veces es la pregunta adecuada en el momento justo, que casi nunca coinciden. Pues cuando analizamos el mundo arriba descrito bajo esos destellos, entonces sólo sientes un pavor tremendo que si te dejas llevar por él, acabas hundido en el más negro de los pesimismos. Insignes filósofos y otras mentes preclaras son un vivo ejemplo de ello. Y aturdidos, también desolados, han hecho del pesimismo una bandera. Yo diría que se rindieron.
Ana, la realidad muchas veces es cruel y casi siempre injusta. Motivos más que suficientes para cerrar con razón y corazón el chiringuito. Darse cuenta lúcidamente de esto es terrible ... pero no plausible.
Precisamente porque sé esto en toda su crudeza, no claudicaré jamás mientras pueda. Lo más preciado que tenemos es nuestra capacidad de elegir. No podemos elegir el mundo que nos ha tocado vivir, pero sí cómo lo queremos vivir tirando de sentido común y de valentía. Y ante la opción de la pasiva y sufriente tristeza de estar vivo, prefiero vivir con alegría. Lo siento casi como una obligación moral. Dicho de otra manera, elegí la alegría por convicción, porque sencilla y llanamente es lo que hay que hacer, porque es bueno hacer esto y no lo otro. Bueno para mí y bueno para los que me rodean.
Seguiremos.
Me parece muy sabia la elección de vivir con alegría ya que no nos queda más remedio que vivir (existe una alternativa a ésto pero hasta el momento no me resulta nada apetecible); es lo que hemos comentado en otras ocasiones; hagamos de nuestra vida la mejor posible por nosotros mismos y también por los demás, pertenezcan a nuestro círculo afectivo o no...Desde luego que para proceder de este modo se necesita una gran dosis de energía, pero no mayor que para lo contrario, me explico: una compañera de trabajo tiene una capacidad ilimitada para transformar cualquier hecho, cualquier comentario en el peor posible,siempre está cansada, es más, si estoy mucho tiempo cerca de ella noto como mi energía también disminuye. Yo le digo que pensar así debe ser agotador y perjudicial para su salud, que no se puede pensar mal de todo el mundo y con cierta condescendencia me viene a decir que soy una panoli que no se entera de nada y que ya aprenderé lo que es la vida, ya...aquí es donde ya no puedo más y la dejo por imposible hasta el siguiente intento.
ResponderEliminarOrientar nuestras capacidades a construir o destruir depende de nosotros pero hasta cierto punto. Hay personas que tienen una predisposición a ser alegres digamos, genética; por otra parte el ambiente que nos rodea desde la infancia es determinante y muchas personas no saben cómo salir de ese círculo de pesimismo o negatividad que las envuelve y condiciona, aunque supongo que es posible conquistar la alegría...y también defenderla.
http://www.goear.com/listen/a554a0e/defender-la-alegria-serrat
Preciosa, Ana, esta canción que desconocía de mi admirado Serrat. Viene clavada para el tema que estamos tratando.Oportunísima, como siempre. Grande, muy grande Serrat.
ResponderEliminarPor supuesto, Ana, que hay una posible predeterminación genética a la depresión o al pesimismo ... o para la alegría. Cierto. Pero ... ¿precisamente por esa tendencia al pesimismo , que en sí es una desventaja, no es más necesario entonces un esfuerzo consciente de la voluntad dirigido a vivir con más alegría o con toda la alegría que se pueda? estoy recordando un libro de Jose Antonio Marina llamado "el misterio de la voluntad perdida". En él, Marina entiende por voluntad un proyecto de vida al que debemos dotar de contenido. Un proyecto consciente al que nosotros hemos decidido obligarnos por los motivos que elijamos: morales, divinos,humanos etc. Recomiendo vivamente este libro por su enorme utilidad y por hacer claros muchos conceptos que de habitual se nos escapan.
Sinceramente, creo que casi todo el mundo es capaz de abandonar el pesimismo y vivir con alegría. Como bien decías en tu comentario, la alegría se puede y se debe conquistar. Y por supuesto defenderla como preciado tesoro.
El pesimismo es producto de una extrema concentración en el Yo y en las desgracias que le pasan a ese Yo. Pues lo que hay que hacer es justo lo contrario: Que ese Yo se vaya, poco a poco, diluyendo en el nosotros. Cuanta más importancia tengan los demás en mi vida, menos tiempo y menos problemas tengo con mi Yo. Y esto es saludable. Que si tú provocas una sonrisa, hazla tuya y que sea tu sonrisa; que si tú provocas alegría, hazla tuya y que sea tu alegría; que si tú provocas un ratito de felicidad en otro, hazlo tuyo y que sea para tí también un rato de felicidad. De esta manera es cómo el Yo se engrandece en el Nosotros. Y deja de ser el Yo que antes nos atormentaba.
Ana, Gilgamesh, estoy totalmente de acuerdo en todo lo que exponéis, salvo en una cosa: "el pesimismo"... en mi caso, donde ya conocéis de sobra mi postura, soy bastante pesimista, pero me explico: Gilgamesh viene a decir que el pesimismo es producto de una extrema concentración en el Yo, y las desgracias que le suceden a ese "Yo"... y para nada creo que esté relacionado mi pesimismo, con esa lucha entre yo y mi otro "Yo". Soy bastante consciente de lo que digo, pues en un momento en el que básicamente, soy bastante feliz, donde creo poseer más de lo que (tal vez) merezca, y donde mi entorno más cercano, me parece de lo más normal y placentero, con sólo comprobar cómo crece Pablo, y nosotros lo observamos desde una distancia muy corta; donde soy capaz de visualizar su futuro más próximo y me hace sentir feliz, con esa pequeña visualización... soy optimista pues, en lo referente a mi vida, lo que me rodea y saber apreciar el segundo a segundo de ese transcurrir diario que se llama "vivir", y lo hago con total y absoluta consciencia de ello: "luego soy feliz porque así lo quiero ver".
ResponderEliminarOtra cosa bien distinta, es que un poco más alejado de mi entorno, observo como el hombre en general,(bastante sobrevalorado en su conjunto, opino) no hace otra cosa que modificar su entorno. Esto siempre se ha llamado progreso. Bien. Tal vez habría que puntualizar que progreso no significa destrucción... máxime, si se hace en un espacio limitado. Tratar de colocar todos los libros en una estantería, al mismo tiempo, los juguetes del niño, la ropa de varias temporadas en un armario (si sacar las que ya están colgadas en sus perchas) llenar la habitación de objetos y tratar luego de vivir acomodados en algún espacio que quede libre... eso pasará con el planeta en el que ahora mismo habitamos (y tal vez, de momento, el único posible) donde no se detiene ese progreso, los países ricos quieren serlo más aún (crecer indefinidamente... ¿se puede...? creo que no) y los emergentes, queriendo tener las mismas posibilidades que el resto, los mismos derechos... aunque olvidando los deberes.
En ese momento, creo que soy bastante pesimista y lejos de ese pesimismo que hablaba Gilgamesh con la lucha de un yo contra el otro...
Todo esto, sucede desde una meditación, una información o empirismo... incluso intuición.
Por otro lado, puedo estar equivocado pero el ser optimista (en el segundo caso que hablo) no soluciona tampoco vivir en un espacio limitado, finito, donde acumulando y acumulando, tendrás que salir de ese espacio) y ser pesimista, no le da mayor credibilidad pues es algo sujeto a cambios de políticas sociales y medioambientales, que ahora mismo, se nos escapan.
En el apartado primero, puede ser un optimismo abstracto, y me encanta. Me quedo con ese.
Saludos desde mi retiro.
Gilgamesh, Utopazzo,
ResponderEliminarLa canción de Serrat pertenece al álbum "El sur también existe" donde puso música a poemas de Benedetti e incluye varias joyas como ésta.
Utopazzo, entiendo perfectamente tu planteamiento y esa aparente dicotomía durante tantos años observada, en cierto modo a mí me ocurre algo parecido; veo con mayor optimismo lo inmediato y cercano, mientras que las circunstancias ajenas, lejanas en espacio y tiempo me parecen más complejas y preocupantes. Supongo que la influencia que ejercemos con nuestra alegría u optimismo tienen un campo de incidencia bastante limitado, lo deseable sería que ese campo de acción pudiera llegar al máximo de personas y situaciones. En este sentido soy no digamos pesimista pero sí escéptica, el planeta necesita más acción ya que muchas veces nos quedamos en la idea, en las buenas intenciones totalmente imprescindibles y que deben preceder a la materialización del acto para alcanzar el fin deseado.
Utopazzo:
ResponderEliminarQueda claro cuál es el tipo de pesimismo que te invade.
Si analizamos la historia de la humanidad desde sus inicios, es indudable que al día de hoy estamos bastante mejor que hace, pongamos, tres mil años. Antes, la esclavitud era algo asumido y considerado hasta conveniente por las sociedades antiguas. Hoy ya nadie cree que la esclavitud sea algo bueno o conveniente. Es ya un gran paso. Antes no había una Carta de los Derechos Humanos, hoy si la tenemos. Que hay otros tipos de esclavitud como la del trabajo y la del dinero, sí pero no es peor que la esclavitud física. Que los derechos humanos son muchas veces pisoteados o papel mojado, sí pero cuando se aplican han demostrado de sobra su eficacia. Y así podría enumerar cientos de avances que confirman esta línea de mejora en la convivencia. Que hay muchos fallos, por supuesto. Que se puede mejorar y cambiar cosas, no menos cierto.
Lo que quiero decir es que si lo vemos con objetividad, el ser humano ha ganado con el paso de los siglos en libertad personal, en respeto a la vida, en seguridad y en otros muchos aspectos. Estoy hablando de las sociedades occidentales, es una obviedad. Pero ay, te preguntarás qué pasa con el resto del mundo. En este punto es donde ese ay nos acaba partiendo el corazón Y entonces vemos que el agua se nos cuela por la cocina. O se nos cuela en forma de terrorismo, de pateras cargadas de hambre secular, de diamantes de sangre .... que no hacen si no, dejar al descubierto todas nuestras verguenzas y nuestro más rancio egoísmo. Desolador, dolorosa espina clavada en quienes tienen el corazón ensanchado. Que no son tan pocos como se cree.
Entonces surgen las preguntas ¿Tiene esto remedio? ¿tan soberbios y tan idiotas somos, que no nos damos cuenta que somos una gran familia? ¿ Que en cualquier familia, a nadie en su sano juicio se le ocurriría cuidar sólo de unos hijos, cuando en la habitación de al lado mueren de inanición el resto de hijos abandonados a su suerte? Y así decenas de preguntas en la misma línea, sin ignorar que cada pregunta tipo nos envilece como especie ...
¿Triste, verdad UTOPAZZO? Pero esto no es más que una parte de la historia. Nuestra historia colectiva orquestada por el Poder, los Ejecutivos del Capital y eso que se llama Sistema Financiero, el nuevo Dios que sólo se sostiene por la Fe de los que estamos abajo: Cuando compramos en las grandes superficies, cuando nos endeudamos en los bancos, cuando pagamos religiosamente nuestros impuestos. Sin esa Fe, todo el castillo se viene abajo.
Seguiremos .. con la otra parte de la historia.
Ana, menudo tema el de los niños desaparecidos en la epoca franquista. Aquí no tuvimos mujeres como las de la Plaza de Mayo, pero el miedo ejercido por el poder puede controlar muchas cosas, pero nunca la memoria.
ResponderEliminarY a propósito de las madres de mayo, te voy a contar una anécdota que me ocurrió cuando llevaba poco tiempo en Jaén. Vino una madre de mayo y desde IU se hizo en el parque una macro línea en el suelo hecha con monedas de 100 pesetas y el dinero recaudado iba destinado a su causa. La gente al pasar aportaba lo que podía, nos preguntaba para que era aquello y contestabamos amablemente. Un hombre de unos 50-55 años se acercó a mi y me dijo que entendía la causa de estas mujeres pero que era hora de olvidar. Yo le pregunté que si a él le hubiera desparecido algun hijo o hija si también hubiera olvidado. Y no me contestó. Sólo se fue diciendo que había que olvidar, como si aquella solución fuera la única.
Contra la injusticia, nunca se ha de olvidar, por eso debemos mantener la memoria.
Nena, que ando un poco nerviosa con esto de los estudios y quiero verlo desde la perspectiva tranquila de que haré lo que pueda.
Un abrazo enorme.
Encarni,
ResponderEliminarpues hasta con la memoria quieren acabar y la verdad es que me parece que está ganando la partida, cada vez hay menos víctimas o afectados directamente por estos hechos y además parece ser que judicialmente tampoco se puede, dejando al descubierto la fragilidad de la democracia y de la justicia que la debería respaldar y proteger.
Yo estuve en el acto que mencionas y me sigue desconcertando ese hecho, que haya ciudadanos que condenen la desaparición de niños en Argentina y en el caso español se quiera pasar página.
Tranquila con los exámenes y ve segura, que tienes muchos recursos, el principal que te los estás preparando muy bien, nena.
Un beso y estaremos expectantes.