"Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se instala en mi cama."
Luis García Montero
Aún faltan unos días para el comienzo del invierno y sin embargo hace varias semanas que se ha instalado en mis días y en mis noches. No me gusta el invierno pero acepto respetuosa su presencia porque sé que es tan necesario como una medicina amarga, como una regañina merecida, como el tiempo de la soledad... cuando pasa, con suerte, sales reforzada, si acaso un poco más sabia.
Las circunstancias propias y ajenas convierten esta tarde en tarde de invierno y ante la multitud de cosas que debo hacer decido salir sin mi hijo. Ésto no ocurre casi nunca, salvo cuando voy al trabajo es habitual que me acompañe a cualquier lugar y si como hoy me veo obligada a dejarlo en casa, con frecuencia me sobresalto al no sentir su mano en la mía y mi paso adaptado al ritmo de su paso.
Mientras camino me miro fugazmente en los espejos de un comercio y advierto que he dejado olvidada mi mejor sonrisa.
-¡Ana!
En unas décimas de segundo me reconozco en ese nombre; giro tratando de identificar la voz que lo emite y... en efecto, pertenece a una antigua compañera de trabajo que hacía varios años que no veía y ante su clara mirada disimulo torpemente mi asombro. El cambio físico que ha experimentado no se corresponde con el tiempo transcurrido desde nuestro último encuentro: Su rostro triste y envejecido, los ojos hundidos, el nerviosismo de sus manos mientras me cuenta, me cuenta... En pocas frases sintonizo y comprendo el por qué de su metamorfosis. Me relata una historia de desamor, infidelidad, juicios por custodias y bienes perdidos, depresión... Intento darle ánimos consciente de mi escasa convicción, todavía desconcertada y busco, pienso en algo que le pueda ser de utilidad; recuperar aficiones abandonadas, viajes, en que con el tiempo y cuando sus hijos crezcan seguro que los recupera, que lo de la casa es lo de menos: "Así no te pasas el día limpiando"-le digo-. Cuando nos despedimos siento no haber estado acertada y recuerdo que ni tan siquiera tengo su teléfono.
Las luces navideñas que decoran las calles invitan a que la tarde discurra sin dudas ni tristeza pero yo prosigo acompañada por una nube negra y una sensación de frío distinto al de antes, ya que éste surge desde el interior y no se quita por mucho que acelere el paso o ajuste el cinturón del abrigo a mi cintura. El reciente encuentro me hace pensar cómo la vida puede cambiar de una manera drástica e inesperada y me planteo si habré recorrido ya la parte más dulce y hermosa de mi camino, especialmente los últimos años de una felicidad difícil de abarcar con sólo dos brazos; intuyo un horizonte marcado por las pérdidas y lo único que deseo es volver a casa.
Salgo del ascensor y antes de abrir me detengo un momento junto a la puerta. Poco a poco llega hasta mí el eco de los dibujos animados del televisor, el discurso lleno de exclamaciones e interrogantes de mi hijo y las pacientes respuestas de su padre. La luz del interior se cuela por debajo de la puerta a la vez que un calor conocido envuelve mis tobillos, dándome la bienvenida... en el preciso momento en que introduzco la llave en la cerradura compruebo, serena, que he recuperado la sonrisa.
"La llegada". Cristóbal Toral
Sencillamente, precioso...
ResponderEliminarMe alegro mucho que una vez llegas al rellano de la puerta percibas los rayos de luz que se cuelan bajo ésta y calientan tus tobillos al tiempo que iluminan ese invierno... sabes que dentro te espera "lo más grande"...
ResponderEliminarYa ves, mientras tú te cubres de invierno y tratas de despejar las nubes grises y huir del frío, yo veo vacas volando... la idiosincrasia del ser humano que se muestra abiertamente, incluso cuando tratas de enfundarte el abrigo y bufanda para tratar de pasar desapercibido de ese invierno... luego, llega la luz; siempre llega!
Un abrazo cálido!
Ana, después de leerte he pensado que el invierno está lleno de nubes, y que el frío lo inunda todo.
ResponderEliminarAlgunas personas llevan el invierno en todas las estaciones y es muy difícil que entre la primavera en sus vidas.
Me ha parecido un relato espléndido y muy cálido a pesar de ser invierno. Me alegra que siempre puedas llegar así de bien al calorcito de tu hogar, lleno de luz, claro.
Un beso para la familia al complento.
Me suena esa historia que cuentas, quizá la escuché ayer de otras compis y es verdad que la vida es muy dura en ocasiones. Lo bueno es eso, que se te calienten los tobillos con esa facilidad. Un besazo ;)
ResponderEliminarEn estas fiestas tan entrañables,
ResponderEliminaren las que vivimos la ilusión y
recordamos a los que ya no están,
con mis mejores deseos de felicidad
deseo pases una feliz Navidad,
junto a tus familiares y amigos.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Un abrazo.
Anónimo,
ResponderEliminarHas utilizado dos palabras que me gustan, bastante comunes y frecuentes en nuestro lenguaje cotidiano aunque no por ello pierden su valor.
Ésta también me gusta: Gracias.
Utopazzo,
Soy consciente de que cuando regreso a casa me espera algo grande, y eso tan grande no se construye con grandes gestos, ni tampoco de la noche a la mañana...se crea con multitud de pequeñas cosas, sencillas, auténticas; con compromiso y responsabilidad y sobre todo con mucho, mucho amor. Aún de esta manera, hay etapas de duda y de incertidumbre, por otra parte necesarias para no seguir con la inercia que nos aleja del sentido de las cosas que hacemos y amamos.
Siguiendo con el poema de García Montero,
"Sólo puedo pedirte que me esperes,
al otro lado de la nube negra..."
Un abrazo.
Encarni,
ResponderEliminarConozco personas, pocas, que llevan el invierno consigo de forma permanente y su sóla presencia te hace sentir frío, aunque sea julio. Este hecho ocurre también con algunas noticias que vemos o escuchamos y que nos dejan como si nos cayera un jarro de agua fría. Cuando ésto ocurre corremos a refugiarnos donde sabemos que tenemos el calor asegurado: amigos, sueños, ideales, tu casa...pero bueno, no todo es idílico, una casa debe tener las ventanas y puertas abiertas y ocurre que, a veces, también se cuela algún nubarrón.
Un beso.
A veces ciertos encuentros, como en este caso, nos hacen un poco más conscientes del paso del tiempo o, lo que es igual, de la vida. Es cierto también que la vida no transcurre por igual para las personas a las que estimamos (aunque sentimos verdadera y profundamente que merecen lo mejor) y no entendemos porqué o en qué momento exacto las circunstancias de esa persona se volvieron en su contra y desde entonces su vida se asemeja a un agujero negro que devora sin compasión toda la energía que encuentra a su alrededor... pero no es menos cierto que esa calidez en los tobillos se siente más intensamente precisamente cuando se ha soportado y sufrido el frío (el climatológico o de fuera y también ese que se fragua y se expande desde el interior, amenazando con congelar a su paso cualquier resquicio de esperanza, de vida, de ilusión ) aparentemente eterno y vivenciado como carente de sentido.... Valoramos más intensamente la calidez y la luz del sol tras el frío y la oscuridad de esa nube negra que a veces se instala sobre nuestras vidas y casi siempre amenaza lluvia....
ResponderEliminarGaleano lo llamó "la mala racha" y Serrat musicó la palabra:
"Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria:pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras.Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco y siento mucho miedo de que se caiga la vida en alguna distracción".
Un abrazo, que estalle en luz, como fuegos artificiales....
En efecto, Ana. Esas nubes negras siempre están al acecho y aparecen en los momentos más insospechados, tal como relatas en tu historia. Aunque a veces somos nosotros los que las atraemos en ocasiones sin querer y en otras queriendo. De hecho hay personas que viven eternamente atrapadas por una nube negra y con el tiempo se hacen una con ella. Sobra decir que en este caso, todo el que se acerca inevitablemente se moja. Cuando no recibe rayos y truenos.
ResponderEliminarLa vida se me antoja como un discurrir, un pasar en el que nos vamos encontrando las cosas. Porque hasta cuando creamos, no hacemos más que encontrar lo que siempre estuvo ahí. Simplemente que en ese proceso creativo "nos percatamos" de eso que ya estaba ahí. Lo que no existe, nunca podrá existir. Sólo podrá existir lo que está ahí esperando ser descubierto. El Tiempo tampoco existe (esto le va a gustar a Utopazzo) imaginad,( que para eso estamos, para imaginar caminos nuevos y no para repetir lo que ya está dicho que es muy aburrido) un universo estático en el que simplemente estamos pasando y en el que el mismo movimiento es una ilusión ... ¿qué sentido tendría aquí el tiempo? ¿existiría ,realmente?
Sin desviarme mucho del tema, aunque todo está relacionado, quería decir que este discurrir está lleno de otoños, primaveras, veranos y duros inviernos que una y otra vez se repiten sin cesar como poniendonos a prueba, como si se tratase de aprender algo hasta que por fin lo entendemos. Y en este paseo por la vida la actitud vital es lo primordial, la forma en que afrontamos lo que nos sucede. Conozco gente haciendo de una dulce primavera un duro invierno infestado de negros nubarrones, pero también conozco verdaderos héroes que de un tormentón hacen una cálida primavera. También hay quien se conforma con vivir cada estación en toda regla y sencillamente se adaptan a lo que venga: a sufrir cuando toca sufrir y a gozar cuando toca gozar. No dejo de advertir en este caso cierta claudicación ante lo inevitable .... ¿pero es realmente inevitable?
Termino ya. La vida, ya lo dije en otra entrada, es una constante elección. Y LA FORMA de vivirla, de AFRONTARLA, es también una elección. Vivir con alegría,como norma, es el mejor antídoto cuando aparecen esos negros nubarrones. Nunca te atrapan, tan sólo los ves pasar.
Me olvidaba. Ana, la foto que acompaña al relato me ha resultado por momentos inquietante. Tantas maletas ... ¿iguales? ¿distintas? ¿es un laberinto? ¿hay que elegir una? ¿olvidar la nuestra y confundirla para siempre con las demás? En fin. Muy sugerente.
ResponderEliminarAh! Angeles, me ha gustado esa metáfora del final de tu comentario. Un abrazo estallando en fuegos artificiales... sencillo y bonito.
Elena,
ResponderEliminarNo me extraña que te suene esta historia, yo llevo oídas ya unas cuantas similares. A veces la vida da un giro totalmente inesperado y es necesario replantearse absolutamente todo. Cuando ésto sucede a personas de tu entorno te descoloca y por mucho que intentes darles ánimo es difícil meterte en la piel de alguien que, como en este caso, pierde la custodia de sus hijos.
Un abrazo y a cumplir con esos dos calendarios paralelos, ya veré si sobrevives.
Ricardo,
ResponderEliminarFeliz Navidad a ti también y que ese sentimiento tan positivo y necesario de la ilusión nos acompañe no sólo durante estas fechas.
Gracias.
Ángeles,
Desde luego cuando un hecho traumático le sucede a alguien conocido y apreciado te toca de lleno; conoces sus sentimientos y es más fácil ponerte en su piel. Nos identificamos más cuando un acontecimiento de esta índole le sucede a alguien con quién has compartido una confidencia, unas risas o un café.
La nube negra puede esconderse detrás de alguna esquina y en cualquier momento nos asalta sin posibilidad de escapar, otras veces la veremos acercarse poco a poco. Cuando esa situación llega, si llega, lo único que podemos hacer es tratar de comprender por qué se ha producido y buscarle una solución. ¿Pero, qué hacemos si no tiene solución? Aquí es donde comienza el verdadero problema y también donde pondremos a prueba nuestra capacidad, recursos, aprendizaje... Experiencias muy adversas hacen que podamos avanzar por caminos que antes nos parecían imposibles, también son una oportunidad para el conocimiento de nosotros mismos; por otra parte hay quién se queda ahí, atrapado en esa adversidad para, después de andar un camino difícil, llegar de nuevo al punto de partida.
En fin Ángeles, extraer de cualquier momento y circunstancia lo mejor, parece cosa de sabios. Mira por ejemplo lo que hacen Montero y Sabina con una nube negra...
http://www.youtube.com/watch?v=010P-GGpbDc
Gilgamesh,
ResponderEliminarSabéis, sabes, que la sucesión de estaciones es un tema recurrente en mi blog y que utilizo como metáfora del cambio y el aprendizaje. Extraer lo mejor de cada situación, favorable o adversa es lo deseable, pero no siempre se consigue. Como bien dices todos conocemos personas negativas que no son capaces de valorar lo mucho o poco que les ofrece la vida y siempre dan la vuelta a cualquier situación para mostrarnos su peor cara; pero también conocemos personas inteligentes, buenas, que arrastran consigo esa nube sin poder hacer nada por disiparla, quizá sea cosa de su propia naturaleza, de su pasado, o de circunstancias impuestas, pero para ellas la felicidad que debería ser un derecho (recientemente supe que en algunas constituciones existe el derecho a ser feliz) es simplemente algo que pertenece a los demás y en algunos casos un objetivo que de tan difícil lo único que hace es generar más ansiedad.
Existen multitud de estudios en esta línea que analizan y profundizan en las variables que conforman una personalidad feliz o infeliz, la mayoría confirman que lo que más contribuye a la felicidad son las relaciones afectivas, también la satisfacción en el trabajo y la "tranquilidad" desde el punto de vista material. También parece que la creatividad se lleva bien con el optimismo, aunque supongo que el abanico de variables es inmenso y habrá quién para ser feliz necesite estar solo y además no trabajar, a ser posible.
De todo lo anterior me quedo con la idea de que las relaciones afectivas que CONSTRUIMOS nos hacen más felices y no es que lo crea, sino que lo compruebo cada día.
Cambiando de tema, o no, me gusta mucho la obra de Toral, lo descubrí en el 2002 en una exposición que tenía por título "El realismo como compromiso". Me encantan sus cuadros de mujeres solas en situación de incertidumbre, de elección, de camino que comienza: "Habitación de hotel", "La nueva inquilina". No sé si habrás leído el comentario de Mario Vargas LLosa enlazado en "La llegada", que nos arroja luz sobre la obra del pintor.
Gracias y deseo en estos días que tengas la suficiente habilidad para disolver "nubes".
Estoy recordando ahora ese primer momento en que accedí, casi de chiripa, a tus inicios en este mundo de la blogosfera. Y recuerdo que llevado por la intuición, dije que algo me invitaba a esperar encontrarme con algo valioso. Pasados ya unos cuantos meses, me alegra comprobar que no me equivoqué. Y no sólo por tí y tus atinadísimos comentarios, sino también porque he tenido la oportunidad de conocer y compartir momentos y palabras con personas que me han llegado al corazón, cada uno a su manera, como es el caso de Utopazzo y de Angeles. Me siento a gusto y con esto ya está todo dicho. Gracias a los tres.
ResponderEliminarTu respuesta, como siempre, es de muchos quilates. Y qué razón tienes cuando dices que se es más feliz si nos acompañan unas buenas relaciones afectivas, un trabajo satisfactorio y algo de dinero. Pero desgraciadamente, casi nunca se tienen simultáneamente las tres cosas. Pero más acertada estás ún cuando dices que debemos CONSTRUIR nuestras relaciones afectivas, activa y no pasivamente. Yo también lo compruebo cada día. Creo ,no recuerdo dónde, hablabas de una vida como una espiral que se irradia desde el centro hacia fuera. Comparto este símil porque simplemente, funciona y de qué manera.
Otra vez voy a volver a lo de la forma de afrontar la vida. La Realidad es una, la que sea, pero una. Lo que ya no es una, son las millones de visiones particulares que los seres humanos tenemos de esta MISMA REALIDAD. Ilusoriamente, existen tantas realidades como personas existen, de ahí que ante unos mismos hechos cada cual reaccione o actúe a su manera. ¿que por qué sucede esto? porque tenemos esquemas mentales, creencias y deformaciones de la realidad la mayoría impuestas o adquiridas en la infancia y que actúan a modo de filtro disfrazando la verdadera Realidad. Y sólo podremos librarnos de esto, a duras penas, con una laboriosa tarea de de-construcción mental y emocional. A riesgo de caer en el simplismo, es como si cambiásemos el color del cristal con el que miramos. Otra vez el Cambio, que es la esencia de todo. Y termino con una pregunta ¿Por qué cuando luchamos una y otra vez contra esa nube negra, ésta no se disipa nunca? ¿No será que una y otra vez nos empeñamos en querer disiparla SIEMPRE CON LAS MISMAS ARMAS? ¿No está pidiendo acaso la situación, un cambio de creencias, de esquemas mentales, porque los que tenemos ya nos han revelado de sobra su ineficacia? No olvidemos nunca que no es lo mismo la cosa en sí, desnuda en su realidad, que la Idea que en su momento nos formamos de ella ¿Y si nuestra Idea de lo que es el Amor, el Olvido, la Amistad, el Fracaso etc, ha estado siempre equivocada, distorsionada? ¿No será que precisamente por esto, no nos vale?
¿Si SIEMPRE utilizamos las MISMAS armas, por qué nos extrañamos de obtener SIEMPRE LOS MISMOS RESULTADOS?
Gilgamesh,
ResponderEliminarSe nos trata de educar desde la eficiencia, no desde la creatividad, es curioso como en las etapas de educación infantil los maestr@s tratan de que los alumnos experimenten, descubran, desarrollen la intuición y la creatividad...y una vez comienzan la educación primaria ésto se corta de forma paulatina. Ésto no sólo sucede en la escuela, ojalá? sino desde la misma sociedad, la educación dentro de la familia: "Niñ@ a ver si se te quita de la cabeza tanta tontería...".
Como dices siempre hacemos lo mismo porque es más fácil, porque es lo que se espera de nosotros o porque no sabemos hacer otra cosa.
Ahora que comenzamos un año es el momento para tratar de hacer las cosas COMO CREEMOS, así que nos espera un duro trabajo.
Gracias a ti por hacerte un sitio entre nosotros, espero que confortable, y participar e insistir con tus comentarios amables y enriquecedores.
Pues va a ser Ana, que entre tanta tontería que abandonamos se nos fue por el desague gran parte de nuestra autenticidad. Y ese COMO CREEMOS que dices, engloba también eso que siempre quisimos y nunca nos atrevimos a hacer. Si se posee un talento para algo, éste ya se manifiesta casi desde la niñez. Y no somos justos con nosotros mismos si por miedo o vaya usted a saber por qué, no concretamos en la realidad ese talento que a borbotones, pugna por salir. Es un pico de energía, esencia de todo lo que existe, cuyo fin no es quedarse dentro, sino salir y transformarse en otra cosa distinta obedeciendo así al natural orden de las cosas. Salvando las distancias, es como ese sentimiento negativo que enquistado, acaba convirtiéndose en rencor cuando lo necesario es dejarlo salir y comprobar lo a gusto que nos quedamos después.
ResponderEliminarPues en ese CREEMOS, también incluyo esa paulatina labor de de-costrucción de la que ya he hablado, de un replanteo contínuo y nunca acabado de lo que somos y seremos pasito a paso, abriendo nuevos caminos al andar, todos los que sean necesarios evitando que el miedo nos atenace y tirando de valentía. Tenemos el deber y la obligación de re-crearnos en una constante que nunca debería tener fin. Más que respuestas, acertar con las preguntas. Que de éstas brotan siempre los caminos que no hemos transitado.