domingo, 13 de junio de 2010

Subterfugio I: El germen.

Hace ya casi una década tuve un sueño. Era una tarde de junio de un calor intenso pero todavía soportable. Entonces trabajaba en un pueblo de la provincia de Jaén y conducía a diario y sola, que es como más me gusta, porque es el momento en que más cerca estoy de mí misma y me permite pensar sin que nadie lo perciba o cantar a viva voz sin que nadie lo escuche. El único inconveniente a este momento tan sublime es que mi coche de entonces no tenía aire acondicionado; después de conducir cuarenta y cinco minutos a pleno sol, llegaba a casa medio muerta, agotada por el calor.
Aquel día malcomí, me tendí en el sofá y entré en un profundo sueño de forma casi instantánea; el despertar, sin embargo, fue lento y confuso, tardé en reconocer el lugar donde me encontraba y a lo lejos escuchaba una voz que pronto identifiqué como la radio que estaba conectada. Me espabilé de golpe al recordar lo que había soñado: SUBTERFUGIO, ese fue mi sueño... Nunca había soñado con una palabra; sí con frases, conversaciones... pero con una palabra no.
Se trataba de un sueño incómodo, y aunque no recordaba nada más, tenía esa sensación de malestar que te producen algunos sueños.
Cuando logré recuperar cierta compostura fui a consultar el diccionario, en concreto un diccionario enciclopédico que contiene en cada página la biografía de escritores, artistas, políticos, etc...
Encontré la palabra subterfugio: "Excusa, evasiva. Pretexto artificioso que se utiliza para evadir un compromiso" ¿Por qué este sueño? Mientras le daba vueltas al significado pasaba las páginas de la enciclopedia sin mirar, distraidamente, cuando descubrí la biografía del escritor Juan Rulfo y comencé a leerla. Mientras tanto en la radio entrevistaban al escritor Mario Vargas Llosa. Yo oía la entrevista sin apenas prestarle atención, todavía confusa por el sueño y por mi interés cada vez más creciente hacia la vida y obra del escritor mexicano. Fue entonces cuando Vargas Llosa dijo que decidió hacerse escritor el día que leyó "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, lo sorprendente es que pronunció el nombre de la novela justo en el mismo momento en que yo lo leía.
Me quedé completamente paralizada, me sobrecogió esa ¿casualidad?, esa sincronía perfecta...Demasiado complejo, imposible que fuera fruto de la casualidad.
Al día siguiente fui a la biblioteca y busqué libros de Juan Rulfo ("Pedro Páramo" y "El llano en llamas"), los leí rápidamente esperando encontrar algún tipo de señal, de mensaje oculto esperándome para que yo pudiera darle algún sentido...encontrar una causalidad.
Nada. Hace tiempo comprendí que cuanto más buscamos menos encontramos. Más bien son las cosas increíbles y sorprendentes las que nos encuentran a nosotros.

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera..."

"Pedro Páramo". Juan Rulfo

3 comentarios:

  1. Sé perfectamente a qué te refieres cuando de casualidades se trata. Se puede decir sin temor a equivocarse, que en realidad no son "casualidades"; otra cosa es saber a ciencia cierta qué es entonces. Yo las denominaría "Sincronicidades" y se dan de muchas maneras y formas. En muchos casos, no nos damos cuenta (en la gran mayoría diría yo) y en los menos, nos quedamos atolondrados por el hecho en cuestión. Me han pasado muchas cosas de este tipo y créeme si te digo que es más normal de lo que pueda parecer; sólo habría que buscar una fórmula para saber leer estos temas. Es difícil de enfocarlo como comentario, pero sucede en la vida; una vida que no es como la vemos simplemente; es algo más y que se nos escapa pues en este caso, sería hablar de metafísica. Buen comienzo en tu blog.

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  2. Me viene a la mente, la situación, por ejemplo, en la que al no tener aire en el coche, lo pasas fatal, llegas sudada a casa y un largo etc...también eso supone, que cuando accedes a ese otro coche, en el cual va provisto de el aire acondicionado, valoras entonces más, lo mal que lo pasaste en aquel momento; es comparable al momento en que visitando a los abuelos (seis o más miembros de de la familia, al mismo tiempo) están contentos, pero luego acaban agotados por el "jaleo" de los niños y adultos...luego al marchar, se quedan en la gloria!...es como una terapia de choque, en la que quizá sea necesaria una vez a la semana, para saber apreciar la tranquilidad y el reposo, una vez que nos hemos marchado...
    Sobre las "sincronicidades", te diré que a mí también me han sucedido bastantes y sería largo de contar y extraordinariamente, difícil de creer. Carl Jung, ya estudió el fenómeno para dilucidar casos verdaderamente extraordinarios (como podría ser el que relatas). La sincronicidad, se definiría como una coincidencia de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que el azar...
    Buena entrada. Sigue atenta a las posibles sicronicidades, hay más de las que creemos...
    Saludos.

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  3. Es algo típicamente humano quejarse de situaciones o hechos que poco después, cuando han pasado, echamos de menos e incluso llegamos a idealizar,"cualquier hecho pasado fue mejor", el caso es no ser feliz con lo que se tiene ahora o cómo mínimo intentarlo.

    Las sincronías me desconciertan, supongo que nos pasa a todos, ya que una parte de mí se resiste a pensar que no se trata de hechos casuales, y nos empeñamos en relacionarlos para darle otro sentido y así parecer que no escapan a nuestro control.

    Gracias, Utopazzo, por volver la vista un poquito atrás .

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