domingo, 8 de abril de 2012

Contrastes

Un solo día lejos de la rutina te muestra una infinita gama de contrastes que en el día a día aparecen atenuados o diluídos, reconocidos y asumidos. 

Es posible que no lleguemos a entender la verdadera dimensión de lo que nos sucede sin un significativo contraste. De esta manera, la luz más necesaria llega a ser dolorosa en medio de la oscuridad absoluta; la soledad, se vuelve desesperante después de la amistad o el amor e incluso podemos sentir, en un momento de plena alegría, ese viejo aire helado que se instala dentro cuando la caprichosa memoria, sin aviso, nos revela una verdad, un recuerdo o una ausencia...

Y también el invierno, tan difícil de soportar esta primavera.


Cerezos en flor  (Sierra Mágina)


16 comentarios:

  1. Precioso texto y foto. Cuando pasé por Zamora y Segovia viniendo a Paradela"Ourense" nevaba como si fuese navidad, pero todo llega y todo se vuelve a ir, es un proceso llamado vida en el duelen siempre la asusencias.

    Un besico.

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    1. Mi enhorabuena por tu viaje a Paradela y que poco a poco nos vas contando. Supongo que en la vida duelen tanto las ausencias como nos la alegran aquellas presencias queridas y deseadas.

      Besos.

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  2. Como bien afirmas, la vida es un gran abrazo de infinitos contrastes. Esa eterna lucha de contrarios que tanto nos altera y de la que nunca escaparemos. Diría incluso que vivir esos contrastes es hasta necesario. Nos sacan de la rutina y nos llevan de paseo por esa parte de la vida plena de misterios, intensas emociones y grandes sorpresas de lo que hasta entonces nos era desconocido. Pero que sin duda vale la pena vivir, que más se aprende del dolor que de las alegrías.
    Y claro que VIVIR los contrastes es aleccionador, nos sitúa en un plano de visión más amplio en el que esos contrarios acaban formando un todo más rico en matices y por ello más inteligible. Entender, por ejemplo, como decía Wittgenstein, que en el mundo sólo existen hechos que no son ni buenos ni malos, lo serán en función de la interpretación que hagamos de ellos. Es decir, que las interpretaciones de la realidad son un hecho a posteriori y no tienen la misma categoría.
    Estoy recordando ahora un librito que leí hace muchos años llamado El Kybalión y que Utopazzo debe conocer, en el que se mencionaba que la realidad estaba sujeta a la llamada Ley del Péndulo, en virtud de la cual la intensidad de vivir los contrarios estaba en directa relación con la fuerza en que el péndulo oscilaba a uno y a otro lado. Decía que el Amor y el Odio eran lo mismo , pero en distinto grado; que en un extremo de la misma vara que los mide está el Amor y en el extremo opuesto el Odio. Utilizando la mecánica pura del péndulo, si se ha amado éste se desplaza con la fuerza proporcional con que se ha amado, pongamos que a la derecha en el extremo del amor. Por esta misma Ley, cuando llega el desamor es como si soltásemos de golpe el péndulo desde su máximo desplazamiento conseguido. Entonces descenderá con idéntica fuerza hacia el otro extremo del Odio. Lo que quiere decir que seremos capaces de odiar en la misma proporción en que hemos amado ..... a no ser que pongamos una solución por medio. Y la solución que se da es situarse mentalmente por encima del péndulo para no ser arrastrados hacia el odio y esperar que el péndulo con el tiempo se quede quieto en su punto central entre el Amor y El Odio. Esto puede explicar por qué hay personas que después de haberse amado tanto, acaban odiándose en igual proporción. También puede explicar por qué hay personas que habiendo amando muy poco, el desamor no les supone más que un leve desplazamiento del péndulo hacia el odio. No afirmo que esto sea así, pero hay casos en que efectivamente tal cosa sucede.

    En fin, empecé a hablar de los contrastes y mira por dónde he acabado. Del Kybalión, por cierto un libro que leído con criterio resulta interesante.

    Un abrazo.

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    1. No cabe duda de que el Amor y el Odio serían los contrarios por excelencia. Sobre la teoría del péndulo, bueno, tenemos evidentes muestras de que esto ocurre, especialmente en la literatura, el cine, la música...¡Qué magníficos dramas y tragedias gracias a la manifestación de estos contrarios! En la vida cotidiana creo que encontramos todas las combinaciones posibles de estos trascendentales sentimientos. No creo que necesariamente el desamor termine en odio, a veces después del amor aparece otra clase de amor, o indiferencia, y en muchas el odio se mantiene constante o produce más odio, sin que lo haya generado ninguna clase de amor. Gastamos mucha energía buscando un necesario y casi utópico equilibrio - el punto medio del péndulo- que como bien dice Mario Benedetti, no tiene por qué significar tibieza.

      "¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
      Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
      Que nadie establece normas, salvo la vida...
      Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
      Que la forma no se pierde con abrirnos...
      Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
      Que no está prohibido amar...
      Que también se puede odiar...
      Que el odio y el amor son afectos...
      Que la agresión porque sí, hiere mucho...
      Que las heridas se cierran...
      Que las puertas no deben cerrarse...
      Que la mayor puerta es el afecto...
      Que los afectos, nos definen...
      Que definirse no es remar contra la corriente...
      Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
      Que buscar un equilibrio no implica ser tibio..."

      Apuntaré el Kybalión a mi larga lista de libros pendientes. Gracias.

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  3. Quizás sea que la rutina hace de capa difuminadora, de agente erosivo que rellena valles y desgasta montañas, de elemento nivelador. Hasta tal punto que nos impide percibir esa riqueza de contrastes, de blancos y negros, en medio de un gris uniforme.
    Y es por eso que puede estar bien salirse de la rutina y volver a quedar pasmados por los matices de la realidad.

    besos

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  4. ¿Acaso no es necesaria esa capa difuminadora y niveladora? Para eso establecemos rutinas, normas, horarios... La vida es lo suficientemente erosiva aún sujetos a rutinas, pero no valdría la pena vivirla sin percibir que nos acecha la incertidumbre, la duda o el anhelo, que buscamos lo bello y sorprendente de todas las realidades posibles.

    Besos.

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    1. La rutina es necesaria porque el ritmo de la vida, si se vive en toda su intensidad, es algo inalcanzable para casi todos. También de silencios se construye la música, y de pausas el vivir.
      Quizás haya alguien, pero yo no me incluyo en ese reducido grupo.

      muacks :)

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    2. Si que debe ser reducido ese grupo; eso explica por qué la gran mayoría, en cuanto podemos, salimos despavoridos huyendo de esa rutina y pasado el tiempo, regresamos con la misma celeridad hacia su reencuentro.

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  5. Los contrastes son los que aportan dimensión a la vida sin ninguna duda, sino todo sería plano, monocromático, aburrido, si bien es cierto que mucha gente echa mano del GPS para volver al punto de partida en cuanto se siente desorientado amparado por la falsa seguridad de lo cotidiano. ¿La rutina mata o protege?, quién sabe. No obstante algunas personas, con una visión demasiado gris, no aprecian el dulce sabor de las diferencias por muy cercanas que las tengan.

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  6. A propósito de la monotonía, me ha venido a la cabeza una reflexión que hice sobre el tema.. Con permiso:
    http://superehore.blogspot.com.es/2011/01/monotonia.html

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    1. Los contrastes, como dices, aportan dimensión y también profundidad, supongo que cierta rutina da lugar a una mayor eficiencia pero hay quien hace de la monotonía una especie de trinchera que le aporta una seguridad engañosa, pero ¿seguros de qué?

      "... y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje."

      Madame Bobary. (Gustave Flaubert)

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    2. Magnifico fragmento. No sé si me cansaría de él si lo leyera todos los días.

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    1. Es un contraste que duele especialmente, supongo que por las expectativas, no siempre reales ni posibles, que asociamos a la alegórica primavera.

      Gracias.

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  8. Ahora que aparece esta palabra (“Contraste”) me he percatado lo mucho que me gusta, y lo mucho que está presente en nuestros días… fíjate si no, que diferencia de contraste tan acentuada, del pasado domingo, donde un día se convierte en una pequeña aventura (pese a conocer bastante bien los lugares por los que pasamos), fotos y vídeos como muestra de ello, y el contraste (día lluvioso incluido) del último domingo… y no es que no los pasáramos bien, (que sí…), sino el contraste tan dispar de eventos que se suceden, pese a conocer de antemano el lugar, las gentes y el jolgorio o “fiesta”, para la que por no estar suficientemente preparado, trato de evaporarme en la medida de lo posible: no cabe muestra mayor de narcisismo, por metro cuadrado. ¿Es esto un contraste para ser asumido, para ser reconocido, por tratarse de estar alejados de la rutina?... particularmente, prefiero los días 2,3 y 4 de abril: contraste magnífico, lluvia incluida… o el día 7 de abril donde el “almuerzo necesario” nos costó cinco veces menos que el otro almuerzo de ayer, y donde para disfrutar de ese necesario manjar, se ha de desperdiciar más del 60% de lo puesto sobre la mesa… ¿Un contraste de la idiosincrasia humana…? ¿Estamos en ese contraste…? ¿Un majadero monarca, cazando elefantes…? ¿Qué quería un bocadillo?

    Es por ello, que como bien dices, no soy capaz de entender lo que acontece a mi alrededor, sin un significativo contraste… y mira que éstos lo son…

    Para contraste y acontecimiento (ya que hablas de la memoria y la verdad), el 27 de abril: no existe mayor contraste en nuestra vida, que la presencia día a día, de Pablo… y todo gracias a otros contrastes e incertidumbres, que nos hace que cada primavera, sea como un “día”, lejos de la rutina… o lo que es lo mismo, el contraste como terapia contra todo.

    Besos.

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    1. Miremos donde miremos, hagamos lo hagamos, es fácil encontrar lo que buscamos si lo tenemos siempre presente en nuestro pensamiento. Yo ahora, pensando y buscando contrastes, me topé con este poema de Pessoa, por purita casualidad... o no.

      "No todo son días de sol,
      y la lluvia, cuando falta mucho, se pide.
      Por eso tomo la infelicidad como la felicidad
      naturalmente, como quien no extraña
      que haya montañas y llanuras
      y que haya rocas y haya hierba..."


      Pués en ésto ando.

      Ah! A propósito de elefantes, "El viaje del elefante" te espera en la estantería de mis libros; comienza así «Siempre acabamos llegando a donde nos esperan», Libro de los itinerarios.

      Buenas noches.

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