martes, 11 de octubre de 2011

El sueño





Vuelvo atrás sobre mis pasos,  más veloces que mi pensamiento, al observar algo diferente en la pared de ladrillo de todos los días, la que parece herida, atravesada por una grieta y sellada con testigos metálicos.

Descubro una pequeña rama de hiedra que no duda en erguirse ante mi presencia mostrando una sonrisa vegetal y burlona, consciente de que sorprende en su osadía. Imagino el pequeño brote unas semanas antes buscando el resquicio por el que se cuela esa luz de la que es inútil escapar; todo impulso vital tiene por objeto encontrarse con ella, a pesar de la incertidumbre que conlleva traspasar la pared que hasta ahora le ha proporcionado cobijo ante las inclemencias del tiempo, o prescindir de los cuidados periódicos del jardinero que se ocupa de las plantas del residencial, renunciar a la humedad asegurada aunque impregnada de efluvios de cloro de piscina... 

Por un momento pienso que todo es posible y me contagio de un buen humor huidizo y caduco, como la tarde de domingo que paso en el parque en este otoño raro, dudando si tal vez, sólo ha sido un sueño.



"O sonho". Madredeus. 1997


Quem contar / Quiero contar
um sonho que sonhou / Un sueño que tuve
não conta tudo o que encontrou / No contaré todo lo que descubrí
Contar um sonho é proibido / Contar un sueño está prohibido
Eu sonhei / Yo soñé
um sonho com amor / Un sueño de amor
e uma janela e uma flor / Con una ventana y una flor
uma fonte de água e o meu amigo / Una fuente de agua y con mi amigo
E não havia mais nada... / Y no había nada más...
só nós, a luz, e mais nada... / Sólo nosotros, la luz y nada más
Ali morou o amor / Allí quedó el amor
Amor, / Amor,
Amor que trago em segredo / Un amor que guardo en secreto
num sonho que não vou contar / en un sueño que no quiero contar
e cada dia é mais sentido / Y cada día se me hace más hondo
Amor, / Amor,
eu tenho amor bem escondido / Tengo un amor bien escondido
num sonho que não sei contar / Dentro de un sueño que no sé cómo contar
e guardarei sempre comigo / y que guardaré siempre conmigo.


19 comentarios:

  1. Ha sido un idsfrute leerte tan... sentida.

    ResponderEliminar
  2. Sí, en el escaso tiempo que me deja libre mi torpeza y otras circunstancias me da por ponerme "sentida", en lugar de dedicarme al "idsfrute", que aunque no sé muy bien en qué consiste suena interesante.

    ResponderEliminar
  3. :) Oh,... desbarraron mis dedos con tanto "idsfrute".

    ResponderEliminar
  4. Es una hiedra inmigrante. Ha llegado en una patera transportada por el viento de septiembre y ha buscado casa en tu casa, naciendo en el otoño cuando todo muere.

    Cuídala.

    ResponderEliminar
  5. Cuando veo imágenes como la que muestras me consuela el inmenso poder de la naturaleza. Es como cuando observas como vuelve a surgir la hierba entre el asfalto de una carretera abandonada.
    El ser humano no es capaz de recuperarse de esa forma.

    ResponderEliminar
  6. Me parece más bien una hiedra emigrante, o mejor aún aventurera, que tiene connotaciones menos socio-políticas y más románticas...lo cierto es que se ha arriesgado bastante saliendo de un lugar seguro a una calle frecuentada por niños y jóvenes con moto y litrona, por lo que albergo dudas sobre su supervivencia, además le quedan pocos días para disfrutar del sol que instintivamente buscaba. De todas formas, cada vez que me asomo a esa calle y la veo intacta, me alegra el día.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Decía García Márquez que los seres humanos no nacen solamente el día en que sus madres los traen al mundo sino que la vida los obliga a parirse una y otra vez...es lo mismo que el poder de la naturaleza al que te refieres, lo que ocurre es que la complejidad del ser humano es tanta, que no lo vemos con la claridad y sencillez de la pequeña hiedra.

    Gracias Sergio, un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Es curioso, Ana. En el lugar de trabajo al que acudo todos los días, en la misma puerta y en el suelo, de una casi imperceptible raja surge una y otra vez la misma yerba que por motivos "estéticos", debo arrancar sin miramientos. Lo que sucede es que a veces me da pena arrancarla y la dejo crecer " más de lo debido" y nadie parece comprender por qué la dejo ahí, solitaria y desafiante. Sin embargo, hay algo de misterioso en todo esto. Sobrevive. Sí, sobrevive a pesar de su aparente soledad, poca envergadura y de estar en el peor sitio imaginado. Cada día debe soportar el paso de suelas, tacones y de decenas de coches.
    Al principio creí que su supervivencia se debía a mis buenas intenciones y a los cuidados que le prestaba. Pero luego descubrí que me engañaba. Dado que debía estar atento a mi trabajo, casi siempre la dejaba sola y abandonada a su triste suerte. El hecho de acudir a verla de vez en cuando y sentir compasión y alegrarme de su subsistencia, no me daba ninguna autoridad sobre ella. Así que empecé a pensar qué era de verdad lo que la mantenía viva. Por momentos pienso que a pesar de su escaso tamaño, los conductores la ven y acaban esquivándola. O que es ella quien mágicamente elude coches y posibles pisotones. La cuestión es que pasan los días y ella sigue ahí, hermosa con sus diminutas hojas verdes y sus raíces clavadas en el cemento.
    Lo peor es cuando por la tarde cierro la puerta porque me tengo que marchar hasta el otro día. Entonces, por milímetros, queda justo fuera a merced de lo que sea y sin ninguna vigilancia. Lo que agranda aún más la leyenda de su supervivencia. Un día y otro también, cuando vuelvo por la mañana, me la encuentro vigorosa y en aparente normalidad, salvo en una ocasión en que la encontré un poco magullada y pareció reprocharme algo. Supongo que serían imaginaciones mías.
    Pero como ya dije, llega el momento en que no tengo más remedio que arrancarla. Las primeras veces, por razones obvias, me sentía mal al hacerlo. Hasta que verla brotar una y otra vez por el mismo sitio, como si fuera siempre la misma, me consolaba.
    Ahora ya no siento ningún remordimiento cuando la arranco. Sé que ella está siempre ahí abajo y sabe que la estoy esperando. Algunos no me creeran, pero cada vez que vuelve es como si dos viejos amigos se reencontraran. Y no dejo de pensar, al ver renacer sus primeros brotes, que está ahí para enseñarme algo.
    Desde que me pasa esto, cuando algo me preocupa, a la salida del trabajo, paro un momento el coche y asomo la cabeza por la ventanilla y la miro. Siempre parecida y nunca la misma, reviviendo una y otra vez, repitiendo el milsgro de la vida. Arranco el coche y con una sonrisa doy paso a la alegría.

    Gracias Ana por tu entrada. Mezclando realidad y algo de ficción, has logrado arrancarme un pequeño relato. Puede que la música y voz que lo acompaña, también influyese en ello.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. La vida se abre paso a pesar de todo.

    ResponderEliminar
  10. Y ya que Blogger se digna hoy a publicar mi comentario, aprovecho la ocasión, querida Ana, para decirte que normalmente no puedo dejarte comentarios. Lo he intentado de todas las formas posibles, pero nada.

    Pues eso, un besillo ;)

    ResponderEliminar
  11. Fijate lo que nos puede contar un pequeño brote verde, saliendo aventurera a descubrir la vida. Nos cuenta que la esperanza nunca muere, que la esperanza es ella, que ha salido así, fuerte y robusta a pesar de las dificultades.

    También nos da una lección, salir a pesar de todo, brotar a pesar de tenerlo todo en contra.

    La verdad Ana que la foto bien se merecía esta entrada.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Prometeo, lo pienso con frecuencia y no me equivoco, lo que hace que mantenga "vivo" este blog son vuestros comentarios que superan en muchas ocasiones las posibilidades de cualquier entrada.

    El hecho de que una plantita surja milagrosamente en un lugar poco indicado suscita interés, curiosidad, incluso cierta implicación. Imagino la misma planta, con sus circunstancias favorables o adversas creciendo entre otras en el lugar esperado, pasando totalmente inadvertida ¡una entre tantas! Cuando crece en otro escenario atrae nuestra atención poderosamente; algunos la arrancarán sin más(este lugar no es para ti y punto), en otros despertará un interés más o menos científico o estableceremos relaciones sociológicas, psicológicas incluso...la planta que abandona un lugar seguro en eterna búsqueda, aún exponiéndose a correr algún riesgo y a la soledad o al contrario, la que se acomoda en su arriate formando parte de la decoración formal de un jardín con humedad constante.

    Analizándolo desde otra perspectiva supongo que el azar juega un papel determinante y el código genético de cada planta, aunque también es cierto, que por más dura que sea, a fuerza de arrancarla, puede terminar desapareciendo.

    Gracias, un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Elena, es que todos (plantas, animalillos, personas) estamos preparados para que ocurra y algunos incluso consiguen ir un poco más allá.

    Siento que no aparezcan tus comentarios en ocasiones, a mí también me ha ocurrido en algún blog y no sé cómo solucionarlo.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  14. Encarni, en cuanto descubrí la hiedra me contó su historia, a medida que lo hacía comprendí que su historia era muy parecida a otras que me han contado o que yo misma he visto o soñado. Hay que buscar la luz y tratar de mostrarla a los demás, incluso en las cosas más simples o insignificantes de la vida, sobre todo cuando reaparece un tiempo en el que nos acercamos a la oscuridad... después de leer tu comentario y del buen rato que compartimos el otro día me pregunto si la planta, además de ser aventurera, estará también indignada.

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  15. Es es mi pena, Ana. Que algún día la plantita no vuelva a aparecer y se marche definitivamente. Prefiero pensar que si esto sucede, se deba a que "dijo" todo lo que tenía que decir y no a que me quedé sordo. De todas formas, confieso que hago algo de trampa al arrancarla: siempre corto a ras de suelo y dejo la raíz dentro. No soportaría su ausencia definitiva.

    ResponderEliminar
  16. Ana, esta historia con su correspondiente fotografía, me sugiere una metáfora o re-creación de lo que llamamos "libre albedrío"; éste no es más que la decisión voluntaria de descubrir qué hay al otro lado, qué vendrá consecuentemente a nuestra decisión de dar un paso en una dirección u otra, o por inacción qué no sucede ("bueno" o "malo") cuando decidimos no transitar una determinada senda que se nos muestra claramente...

    Tu brote, como si estuviese dotado de ese libre albedrío, no se arredra ante la inmensidad del universo que se abre paso a través de la grieta en su pared, y elige desvelar la incertidumbre y desafiar lo desconocido aún arriesgando la seguridad y el calor de lo conocido y familiar.... Y por ello es afortunada, aún en su efímera aventura... Al contrario de muchas personas a las que ya se les puede caer alrededor toda la valla protectora que ya encontrarán, sin moverse de su sitio, una mota de polvo restante sobre la que construir un nuevo muro que los salve de lo desconocido, de lo nuevo, del ruido y el trajín de la vida...

    Por ese resquicio, tras el brote, se me cuela un fuerte abrazo...

    ResponderEliminar
  17. Prometeo, en mi experiencia con las plantas debo confesar que he perdido más por exceso de cuidado, de agua principalmente, que por hacerles una buena poda cuando era necesario.

    Un saludo.



    Ángeles, pero ¿existe de verdad eso que llamamos "libre albedrío" fuera de una concepción meramente intelectual? Me parece que nuestra capacidad de elección no es tan amplia como creemos. Desde luego que elegimos, lo hacemos de forma constante, desde lo más insignificante -qué voy a comer hoy- hasta la toma de decisiones trascendentales sobre nuestra vida o la de nuestros seres queridos. Elegimos en función de lo que somos (experiencias de aprendizaje, genética), de lo que son los que nos rodean (no estamos solos), de la cultura a la que pertenecemos, de la creencia o no creencia...La pequeña hiedra parece que lo tiene más fácil, cómo no abrirse paso hacia la inmensidad del universo que apuntas, si al otro lado de la pared está el sol inigualable que le proporciona la orientación Sur; pura supervivencia, algo de casualidad, quizá una elección entre varias posibilidades? Lo importante es que sigue ahí, ya sin sol y que por otro lado de la grieta asoma otra rama, luego te la enseño.

    Recibido el abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Al olmo viejo, hendido por el rayo
    y en su mitad podrido,
    con las lluvias de abril y el sol de mayo
    algunas hojas verdes le han salido.

    ¡El olmo centenario en la colina
    que lame el Duero! Un musgo amarillento
    le mancha la corteza blanquecina
    al tronco carcomido y polvoriento.

    No será, cual los álamos cantores
    que guardan el camino y la ribera,
    habitado de pardos ruiseñores.

    Ejército de hormigas en hilera
    va trepando por él, y en sus entrañas
    urden sus telas grises las arañas.

    Antes que te derribe, olmo del Duero,
    con su hacha el leñador, y el carpintero
    te convierta en melena de campana,
    lanza de carro o yugo de carreta;
    antes que rojo en el hogar, mañana,
    ardas en alguna mísera caseta,
    al borde de un camino;
    antes que te descuaje un torbellino
    y tronche el soplo de las sierras blancas;
    antes que el río hasta la mar te empuje
    por valles y barrancas,
    olmo, quiero anotar en mi cartera
    la gracia de tu rama verdecida.
    Mi corazón espera
    también, hacia la luz y hacia la vida,
    otro milagro de la primavera.

    ResponderEliminar
  19. Muy oportunos los versos de Machado; en este caso asistimos a un "milagro" del otoño y quizá, dadas las adversidades, aún más necesario.

    Gracias Calima.

    ResponderEliminar